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FICM 2014: Competencia Mexicana II


por Julio César Durán

 

Las oscuras primaveras

Un largo invierno que parece haber durado años está por llegar a su fin. La densidad del frío que es despedido, no por la temporada sino por cuatro personajes, nos va a calar en lo más profundo de las vísceras a partir de un drama citadino que se regodea en la estéril intimidad representada en rincones oscuros, planos cerrados, miradas agotadas y más.

La relación entre Igor y su esposa (José María Yazpik y Cecilia Suárez) está completamente rota. Mientras ella, cansada de sí misma, intenta acercarse a su marido, él se encuentra atrapado y totalmente petrificado emocionalmente. Así, este hombre logra conectarse pasionalmente con una mujer de su trabajo, Pina (Irene Azuela), con quien comienza a mantener una relación íntima. Ésta última, a su vez, es incapaz de conectarse a un nivel profundo con su pequeño hijo (Hayden Meyenberg), al que tiene que criar ella sola con una atención mínima e insuficiente.

Ernesto Conteras, el director del filme, hace un interesante discurso argumental sobre personajes atrapados por relaciones que deberían basarse en el amor, pero que más que otra cosa parecen atados por la costumbre y por el hastío. Con una buena producción, el realizador va a apretar el encuadre cuando sea necesario asfixiar a los actores y va a abrirlo en los momentos indicados, mientras limita el universo a únicamente aquellos cuatro antes mencionados. Con una bien marcada paleta de colores, casi todos oscuros, fríos, incómodos, se va a reflejar el estado mental y emocional en el que viven Igor y Pina, que no se liberarán de sus ataduras fácilmente.

La película presenta con sencillez, la complejidad de unas relaciones viciadas. Se nota una dirección de actores bastante buena donde se logra tener empatía por estos y donde los encontramos verosímiles. Todo fluye quizá de una manera muy densa hacia el clímax de los conflictos, con una retórica visual sencilla, donde destacan las imágenes repetidas en el final, que van desvaneciéndose una tras otra como una fotocopia. Una muestra bastante decorosa del cine mexicano contemporáneo que encuentra su error en una muerte risible e innecesaria antes de que la cinta termine y que rompe con el resto del relato, pero que de ahí en fuera, no hay mucho más que reprocharle al tercer largometraje de Ernesto Contreras.

 

Güeros

Una verdadera sorpresa de estilo y honestidad asaltó a las pantallas del Festival de Cine de Morelia. La ganadora a ópera prima de la Berlinale 2014 llega a las pantallas mexicanas con bastantes logros que, en toda su mesura, consigue ser una interesante sátira y a la vez auto exorcismo de una generación que se antoja creció en la década de los 90.

El sencillo relato va a hacer una suerte de road movie al interior de las caras del DF que no se ven regularmente en el cine para llegar a las afueras de la capital en la búsqueda de un viejo músico y compositor de culto: Epigmenio Cruz. Los viajeros son el púber Tomas (Sebastián Aguirre), su hermano mayor y protagonista del filme, Sombra –o Fede– (Tenoch Huerta), el compañero de departamento y de escuela, Santos (Leonardo Ortizgris), y la activista estudiantil, Ana (Ilse Salas).

En un expresivo blanco y negro, estos jóvenes harán un recorrido en varios capítulos a partir de zonas de la Ciudad de México: Sur, Poniente, Centro y Oriente. En cada uno de estos segmentos, que se dan paso perfectamente unos a otros, se hace, por un lado el retrato mismo de la urbe, y por otro el reflejo de una generación que se autosabotea y se burla de sí misma, que en su vagar se muestra transparente al mismo tiempo que se deja llevar por el flujo de los días y las noches, las calles, las luces y la fuerza dispersa de una juventud que se está buscando constantemente.

La película si bien no es perfecta (y no pretende perfección), sí tiene buen tino en cada escena que nos regala. Desde el mostrar los hilos que usa para sus trucos cinematográficos, hasta la naturalidad de la comedia que arman los personajes, pasando por una producción que se mete a los barrios bravos de una urbe gigantesca y que aun con esto se nota personal en cada capítulo.

Sencilla, emotiva, fuerte y a la vez divertida. Una propuesta visual inteligente por parte del director, Alonso Ruizpalacios, acompañada de una narración que no suelta al espectador atento con todos sus detalles, sin duda un ejemplo de un cine personal que no se pelea con lo accesible y que pudiera llegar a estar destinada para un espectro amplio del público cinéfilo.

 

Carmín Tropical

Mabel (José Pescina) regresa del norte del país a su natal Juchitán, Oaxaca. Los recuerdos y los fantasmas del pasado la asaltan a su vuelta, que es provocada por el asesinato de su mejor amiga, Daniela. Ya en el lugar, intentará poco a poco esclarecer el crimen y al mismo tiempo reconciliar viejos conflictos y reencontrarse con sus iguales –el Faraón (Everardo Trejo) y Darina (Juan Carlos Medellín) en la tierra de los muxes.

En palabras del director, Rigoberto Perezcano (a quien recordamos por la efectiva Norteado, 2009) esta película se trata de un pink noir, que con toda la sobriedad del mundo, relata una mezcla ligera (y fuerte al mismo tiempo, por paradójico que pudiera parecer) de thriller, drama, cine contemplativo, cine de diversidad de género, etc.

La fotografía varía entre unas playas del estado de Oaxaca totalmente contenidas, a una estilización impresionante de los interiores, llámese los bares, hoteles, habitaciones residenciales. Todo con una deliberada intención de no ser grandilocuente, se mantiene perfectamente en un punto que evade con inteligencia al cine que vuelve exótico todo lo que parece indígena y por supuesto lo que es no hetero-patriarcal, y también elude al cine que se asemeja a la nota roja.

Mabel, al encontrarse con un taxista que se vuelve íntimo, el simpático Modesto (Luis Alberti), le da un giro fundamental a la historia. A partir de sus citas, ambos personajes van abriendo una brecha dramática más suave, incluso con una narrativa más convencional que antes.

La muxe siempre segura de sí misma, y el taxista que no logró su cometido naval en Oaxaca, se revelan con un poder actoral que con toda su simpleza, parecen casi palpables en su elaborado realismo, cosa que a la hora de enfrentarse con un tema que a muchos pudiera parecer delicado, se agradece, ya que permite que el espectador no juzgue, sino que simplemente se enfrente y sienta.

 

23.10.14

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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