por Fernando Garcia
“Siempre dejaba la puerta abierta… yo, mis tíos, mi mamá… era normal Diana” dice Bety, con su voz suave y calmada a su amiga de la infancia mientras recuerda en medio del patio de una cárcel para mujeres en la Ciudad de México lo sucedido hace mas de 10 años, cuando el mundo era apenas una idea, la vida una lista para el futuro y la maldad algo incomprensible.
Diana Garay presenta el documental Mi amiga Bety (2012) en la Cineteca Nacional tras haber viajado en varios festivales y ser galardonado en la séptima edición de DOCSDF en el 2012. Un trabajo personal y cuidadosamente estructurado para deja en el espectador un segundo planteamiento a la pregunta universal ¿Quién soy y hacia dónde me dirijo? Pues ahora hay que preguntarnos ¿Dónde acabaré?
A los 16 años no imaginas que alguien cercano a ti sea encarcelado, asesinado y mucho menos que sea un asesino, esto solo lo oyes a lo lejos mientras tus padres ven los n noticieros o en su defecto se lee de reojo en el periódico mientras buscas la sección de entretenimiento. Nunca cruza por tu mente que puede pasarte a ti. Hoy en día el paternalismo se ha convertido en un arma de doble filo pues la misma sociedad ha tomado ventaja de la venda gruesa que los padres aplican a sus hijos para evitarles una trágica realidad universal: no puedes confiar en nadie. “El mundo protegiéndose del si mismo” suena apocalíptico pero es una realidad.
Bety es acusada de haber asesinado a su propia madre, una doctora de clase media infectada por su marido de VIH, el cual ya falleció. Bety asegura que dos asaltantes fueron los responsables, los mismos que la mantuvieron encerrada en el baño, destruyeron su casa en busca de algo y asesinaron a su madre. La policía dice que Betty no pudo ser encerrada pues el baño tiene seguro por dentro, dice que Bety pudo haber salido en el momento que ella quisiera y que además los hechos caían en contradicciones y no concordaban, por lo tanto ella es la culpable.
La directora no solo expone que tenemos un sistema de justicia arcaico, desleal y corrupto, si no que además apunta a que no estamos preparados para protegernos del mismo. En ocasiones anteriores hemos visto en el cine la paradoja que se vive en el sistema de justicia mexicano: la justicia es injusta. Sin embargo Diana Garay apunta a una nueva clase de víctimas aparte de las inocentes, las ingenuas.
Bety firmaba sus declaraciones sin leer lo que estaba escrito, confiaba en su “amigo” que tenía fama de vividor y prepotente. A su vez se ponía en manos de sus familiares, quienes maquiavelicamente crearon un plan de “no acción” y dejarla encarcelada con el objetivo de adjudicarse los bienes hereditarios. Bety recuerda, nostálgica como iba a las interminables declaraciones, donde durante horas describía detalladamente lo sucedido ese domingo por la tarde donde fue asesinada su madre. Nunca buscó un abogado, pues naturalmente ella no tenia nada que esconder, sin embargo como se dice, el mundo carece de personas con buenas intenciones.
A su vez, la directora saca a la luz un aspecto importante sobre el personaje, ¿qué tan ingenua es realmente Bety? A lo largo del documental van surgiendo a la luz detalles y elementos imprescindibles que gritan signos de alarma, sin embargo ante los ojos de Bety estos pasan desapercibidos. Garay realiza de esta manera un retrato intrigante y revelador acerca de las relaciones familiares y cuestiona qué tanto estamos preparados para afrontar la vida real.
21.11.2013