por David Muñoz
Pocos directores pueden realmente ofrecer experiencias únicas y memorables en cada una de sus obras: las maravillas poéticas de Tarkovsky, las reflexiones psicoanalíticas y humanas de Bergman, las extravagancias metafísicas de Godard… Pero los mundos de David Lynch son completamente distintos, sus ejes giran en órbitas más allá de lo explicable y sus atmósferas nos envuelven de un aire denso y misterioso. Este director norteamericano, desde sus inicios como artista plástico, hasta sus más recientes incursiones en el mundo de la música y de los comerciales de perfumes, ha impuesto un sello inigualable en el mundo cinematográfico. Sus películas se han vuelto objeto de culto por fanáticos del medio. Mulholland Drive (2001) es un filme predilecto entre los teóricos, cuyo análisis parece no tener fin y cuyas interpretaciones son tan variadas que no encuentran un punto en común. ¿Cuál es el secreto de Lynch?
Para encontrarlo, hay que establecer los distintos elementos que hacen que cada largometraje suyo funcione:
A)El diseño sonoro: David Lynch se ocupa de cada ruido, atmósfera y diálogo que conforman la banda sonora. Para él, cada elemento cuenta, el sonido debe complementar (y en algunos casos superar) a la imagen. Las secuencias donde se requiere construir una tensión muy presente, hace uso de tonos graves constantes que inquietan al espectador. Nunca recurre a los trucos baratos ni al repentino aumento de volumen, sabe que mientras más sutil sea el ambiente que se escucha, mayor expectativa se crea de las escenas consiguientes. La música juega también un papel fundamental en su filmografía: usándola para dar un mayor énfasis en las partes climáticas o para establecer contrastes claros entre lo que pasa en pantalla y el obscuro secreto que hay detrás (simplemente recordemos el icónico uso que hace de la canción Blue Velvet en la homónima película).
B)Los diálogos: Cada vez que un personaje abre la boca en una película de Lynch, sus palabras inmediatamente remiten a una referencia de su bagaje inconsciente. En algunas veces, las frases tienen doble significado; podemos percibir que los personajes saben muy bien sobre lo que hablan, pero desconocen por qué lo están diciendo de esa manera en ese momento. Los que están en pantalla se confunden igual que los que están fuera de ella, sin embargo están aportando información fundamental que entra sigilosamente en nuestras cabezas e imaginariamente en la de ellos. Conforme la trama se complica, los diálogos se vuelven cada vez más vagos, correspondiendo al ambiente de misterio al cual nos quiere sumergir el director… y lo logra.
C)Los personajes: Suelen ser polifuncionales, nos guían, nos pierden; nos acercan a ellos, nos alejan; nos hacen amarlos, nos hacen odiarlos. Es bien sabido que en las películas, los personajes suelen sufrir transformaciones de carácter, cambian de opinión, adquieren valores o defectos. En los filmes de Lynch, sus personajes pueden sufrir estas mismas transformaciones múltiples veces a lo largo de la trama. Sus instintos y sus miedos son los catalizadores fundamentales en sus mundos, con la pequeña ayuda de algo más allá de su comprensión.
Aún realizando el anterior break-down de los elementos comunes en la filmografía de David Lynch, seguimos sin comprender realmente qué es lo que nos atrae tanto de sus películas, qué fuerza nos hace verlas una y otra vez, a sabiendas de que no comprendemos el setenta por ciento de lo que nos quieren decir o de lo que está pasando en pantalla. Si pensamos un poco, podemos encontrar que tenemos experiencias parecidas a diario: los sueños.
Los sueños han sido objeto de estudio de miles y miles de millones de psicólogos, psiquiatras y médicos alrededor del mundo durante siglos. Según el consenso general, se pueden definir como manifestaciones del subconsciente durante un estado de reposo. Es decir, el cerebro hace uso de simbolismos y recuerdos para hacer notar una situación o preocupación al soñador. Se puede decir que casi cualquier película funciona de la misma manera, pero las que son más fieles a la lógica de los sueños son las obras de Lynch. Sabe aprovechar al máximo la conexión espectador-pantalla, la oscuridad que lo rodea y los estímulos que recibe con todos los sentidos atentos a lo que pasa frente a él. Aunque en algunos de sus filmes usa explícitamente el recurso de los mundos oníricos (aunque el más famoso ejemplo es el de la serie de televisión Twin Peaks ), la mayor parte del tiempo imprime elementos que nos remiten a esa parte del subconsciente que se activa cuando dormimos.
Los filmes de Lynch y los sueños son muy disfrutables cuando se sienten, se disfruta de la atmósfera que nos rodea, no cuando los intentamos entender muy a fondo. El mismo director, en declaraciones a la prensa y en entrevistas, ha rechazado tajantemente explicar el significado de sus obras, la interpretación corre a cargo de cada espectador. Cada quién ve y entiende lo que quiere. “Sueños, Misterios y Secretos….“
09.05.12