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Camino a Marte

por Julio César Durán

 

Parafraseando las palabras del filósofo esloveno, Slavoj Žižek, el  cine es el arte perverso por excelencia no porque nos diga qué desear sino porque nos enseña cómo desear. Con esto en mente podemos advertir la delgada línea que tiene el cine de evasión, es decir el material más frívolo y enajenante de cualquier filmografía industrial, y los anuncios publicitarios. En un comercial para televisión podemos encontrar la promoción de un estilo de vida o de un sugerente momento, ya ni siquiera vemos la venta de un producto, sino lo que el producto posibilita ficcionalmente: a partir del consumo nos ofrece una emoción, misma que (se sugiere) deberíamos querer o perseguir.

En un tono similar se encuentra Camino a Marte (2017) de Humberto Hinojosa, un divertimento fílmico lleno de elementos vistosos pero de pretensiones huecas. La trama es sencilla, Violeta (Camila Sodi) y Emilia (Tessa Ia) hacen un viaje por la Baja California hasta la playa de la infancia de la segunda porque ella se encuentra en la fase terminal de una enfermedad letal; en el camino se encuentran con un desorientado joven, a quien bautizan como Mark (igual que el mortal huracán que se avecina por el Pacífico), que afirma ser un extraterrestre en misión de reconocimiento antes de que sus compañeros de otro mundo destruyan la Tierra.

Básicamente esta road movie pretende ser un filme narrativo de calidad, sin embargo se muestra como un conjunto de clichés vistos en cualquier comedia romántica, el problema es que aquí se encuentran de manera caótica. Desde el título que ofrece una frase tan cursi como descafeinada, pasando por la improvisación de dos actrices que se agotan enseguida (con un vocabulario pobre pese a que tenemos 2 guionistas escribiendo diálogos), una serie de trampas sensibleras para intentar darle profundidad a la historia, hasta frases que hacen que el espectador (pasivo, ovbio) tenga la sensación de inteligencia, este filme está construido para pegar en la cartelera a como dé lugar y no como una obra autoral.

Salvo la ingeniosa y expresiva interpretación de Luis Gerardo Méndez, Camino a Marte supone simplemente una serie de situaciones que no van a ningún lado pero que son trabajadas para ser condescendientes con el  espectador. Lo que veremos en pantalla no va a sacudir al público, no lo reta, no le hacen cuestionarse nada ni siquiera pensar en algún tópico específico porque no existe ninguno en la película.

Hinojosa ejecuta un filme aburguesado, inofensivo, mentiroso porque sugiere escenarios deseables sin nada que los sustente, vuelve pasivo al espectador haciéndole creer que podría ser parte de una aventura sin riesgos. Propone un argumento que supuestamente reflexionará sobre el amor y sin embargo eso nunca se cumple. El filme se satisface a sí mismo con presentar imágenes al más puro estilo de un anuncio comercial, pero éstas no llevan a ningún  lado; dosis de opio audiovisual que sin duda cumplirán la misión de entretener y golpear la taquilla.

Sin más, la película es un comercial de hora y media, con una manufactura excelente por supuesto, y un único momento que evade el cliché (el final), pero en general es tan vacío y artificial como cualquier producto de súper mercado.

 

02.12.17

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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