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FICG 32 | Bruma de Max Zunino

Aquí presentamos cuatro encuentros de parte de los miembros de Talent Press en Guadalajara con el segundo largometraje del tándem Zunino-Espinosa.

 

Vidas íntimas

por Karly Gaitán Morales

 

Bruma, segundo largometraje de ficción de Max Zunino, nos convoca a entrar en las vidas íntimas de cuatro personajes, irónicamente acompañadas por un background de ciudades cosmopolitas como México y Berlín. El filme ha sido ubicado por su propio autor en el género de cine experimental de improvisación por la forma como fue construido el proyecto, la filmación y creación de la historia, pero puede además identificarse con un cine de autor de tipo intimista, como sus primerísimos planos, diálogos, el sonido, intimidades e hilaridad del guión lo demuestran.

Cuenta la historia de una mujer joven, inconforme con su vida en México, inconstante en su proceder, que esta vez se traza una aventura difícil: emigrar a Alemania sin hablar alemán, sin conocer a nadie allí, con solamente una reserva de alquiler de un apartamento. Una maleta resume sus pertenencias y está consciente de los riesgos que corre al estar sola, acompañada solamente por su embarazo, que durante el transcurso de casi toda la película es incipiente.

La narrativa fílmica llevará al espectador, por un efecto dramático in crescendo, hasta llegar a la comprensión total de la situación de esta mujer. Cleptómana incomprendida, inestable y un ser pasional hasta la irresponsabilidad, este personaje se observa bien logrado por la actriz Sofía Espinoza, sin embargo falta fuerza y garbo en la caracterización de sus interpretaciones que nos haga llorar o sufrir con ella.

En estas circunstancias, secuencias y escenas que forman parte del engranaje del filme, podemos advertir el estilo personal del director. Algunos efectos de cámara  y rústicos empalmes de planos que nuestros ojos pueden advertir fácilmente, además de haber sido filmado todo con cámara en mano, y siendo Berlín mismo el escenario y las expresiones actorales, son solo una enumeración de elementos que sustituyen la escasez de trabajos de escenografías, vestuarios y otros efectos que el cine a lo largo de su historia nos ha sabido mostrar.

En el filme no parece sobrar ningún diálogo, el encuadre fotográfico nos enmarca lo que el argumento y el guión nos sugieren conservar en nuestra memoria, y reparan las visiones que podemos tener de una pieza de ese tipo, improvisada desde los paneos hasta el nervio central de su argumento. Todas estas descripciones nos invitan a ver sin pasar por alto la oportunidad de que Bruma sea esa ventana al cine actual que se logra gracias a las nuevas tecnologías y por tanto a la reducción de costos de producción, sin dejar de ser un cine que vale la pena conocer.

 

Niebla en Berlín

por Hammurabi Hernández

 

En el cierre de Bruma, del realizador uruguayo radicado en México, Max Zunino, se informa al espectador de que el filme que acabamos de ver se realizó bajo técnicas de improvisación. Es un aviso que ayuda a reconocer sus condiciones de producción: un intenso manejo de locaciones, baja iluminación, cámara en mano y situaciones en que los personajes se embaucan en largas conversaciones por la ciudad. Pero también permite comprender que estamos ante una historia de carácter abierto, la de una chica mexicana (Sofía Espinosa) que en un momento de crisis viaja a Berlín para encontrar al padre que nunca conoció, en afán de replantear su lugar en la dinámica familiar. Éste es un filme inspirado en un recién movimiento del cine alemán que incita a una apertura creativa y a trascender las limitaciones presupuestales.

 

El problema es que el filme responde a una idea tergiversada de la improvisación y entrega más bien un drama impostado, incapaz de despertar algún tipo de interés o empatía. En lugar de alimentar el proceso creativo de los actores para crear condiciones de suspenso, el filme se limita a verlos reaccionar en su papel de turista intransigente ante una ciudad que responde siempre de forma generosa. Por momentos es aliciente, cuando aparece la artista transgénero Dieter Rita Scholl, pero sus escenas son escasas y las observaciones a la escena sexual de la ciudad se diluyen entre los caprichos de los personajes y onirismos inexplicables. El cuidado y la precisión que Zunino había dado a su anterior largometraje, Los bañistas (), aquí quedó a la deriva.

 

De giros drásticos

por Carlos Armena

 

Hace ya tres años que apareció el primer largometraje de Max Zunino, Los bañistas. Una película de ficción narrada de manera clásica. La historia se desarrolla linealmente y sigue una ruta narratológica convencional: curva dramática, momentos de tensión y desenlace. Quizá por esa razón, ahora llama la atención que en el nuevo largometraje de Zunino, Bruma, el estilo haya tomado un giro tan drástico.

Bruma no fue un proyecto planeado y pensado como una película. La intención de Zunino aquí es trabajar desde la improvisación, permitir a los actores un mayor rango de libertad en la interpretación de sus personajes. Hacer que una cámara en mano los siga por las calles de Berlín y ver qué sucede. Así, el filme cuenta la historia de Martina, una mujer joven que, al enterarse de su embarazo, decide emprender un viaje a la capital alemana con la finalidad de encontrar a su padre. Un intento de drama introspectivo.

Si bien la experimentación y el cine siempre han ido de la mano, pues sólo llevando el lenguaje cinematográfico a lugares límites es que los cánones y convenciones pueden refrescarse, la experimentación no es por sí misma una virtud. Es posible que esto suceda con Bruma, que resulta un ejercicio interesante cuando uno conoce los detalles de su producción, pero no tanto cuando se mira en pantalla.

El personaje de Martina resulta es cansado e incomprensible. La historia nunca termina por contar algo concise, desarrolla muchos conflictos dramáticos y resuelve pocos. La propuesta visual se limita a mostrar una mujer contemplativa por las calles de una capital europea, una y otra vez. 

Es comprensible la intención de hacer una película sin mayores pretensiones y angustias que las de contar una historia, pero resulta importante que el filme pueda sostener lo que quiere contar, indistintamente si esto se hace desde la improvisación o la exhaustiva planeación. Mientras Los bañistas nos presentaba a un director fresco con una historia más o menos interesante, parece que lo único que Bruma tiene para contarnos está “hecho con técnicas de improvisación”.

 

 

Términos intercambiables

por Rafael Guilhem

 

Filmar no es un suceso reducido al ámbito tecnológico. No es producto de un desarrollo histórico, materialista, ni tiene que ver únicamente con capturar la realidad desde un dispositivo audiovisual. El cine, como decía Alexander Kluge, es tan sólo una continuación de los sueños por otros medios. En ese sentido, las imágenes y sonidos tienen la posibilidad de ir más allá de sí mismos; de ser atravesados por los paisajes extensivos del pensamiento.

Bruma carece, en primera instancia, de una pregunta por el cine y la particularidad de cada decisión; de todas las variantes posibles para reordenar las cosas sensiblemente. Se puede ver claramente en los insistentes cortes (a manera de videoclip musical), que no son más que una elipsis casi física por quedarse en la fisionomía de la imagen, en su apariencia. Importa lo que se ve pero no el parpadeo; importan los ojos pero no la mirada. Importan los diferentes autorretratos que se hace Martina, no por el tiempo que abstraen, ni por el rostro que restauran, sino por los pixeles que quedan y la máscara que con estereotipos recubre sus gestos y movimientos.

Los eventos se inventan, las acciones dan rodeos a las cosas para armar un itinerario y, eventualmente, una película. Bajo los indicios de Zunino, Alemania podría ser Palestina; lo queer podría alinearse y el embarazo podría ser un aborto. En una poética donde todas las cosas tienen el mismo peso, dudamos si los viajes, las drogas y el travestismo no son más que la vanidad de una falsa radicalidad.

 

12.03.17

Mr. FILME


@FilmeMagazine
La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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