por Alí López
La edición número 14 del Festival internacional de cine de horror, Macabro, se inauguró el 19 de agosto en el Museo de la Ciudad de México con la cinta estadounidense Ava’s Possessions (Galland, 2015). La película centra su trama en Ava (Louisa Krause) una chica que ha sido poseída por un demonio arcano pero que, afortunadamente, ha logrado ser expulsado de su cuerpo. Sin embargo, su vida después de tal acontecimiento no es la misma. Su familia se preocupa por ella, a la par que le oculta secretos; sus amigos la odian, el novio la ha abandonado y la justicia la persigue, pues estando posesa, realizó varios actos en contra de la ley y la moral. Para poder librarse de los cargos, y no pisar ni la cárcel ni el manicomio. Tendrá que inscribirse a un grupo de Posesos Anónimos, donde por medio de terapia grupal y personal, muy al estilo de los 12 pasos, tendrá que liberarse de su pasado.
Ava’s Possession es una cinta que tiene su punto de mayor fuerza en su estética, de luces neón, ropa casual, pero de moda, y una dirección de arte elocuente, sin embargo, su mayor flaqueza se centra en la columna vertebral de cualquier cinta; la trama. Se cuenta con una buena premisa, con la pregunta “¿qué sucede después de realizado un exorcismo?” Obviando las partes ya por todos conocidas, la del vómito verde y los sacerdotes sudorosos. Se comienza muy bien a tejer la red de cuestionamientos entorno a lo sucedido durante esos 28 meses con el diablo dentro, pero de pronto, la red comienza a extenderse, a no hallar fin, y a no terminar por completarse.
Más allá de que los cabos queden sueltos (vaya pecado), las justificaciones charras que llevan a la revelación de los hechos no pueden causar más que risa, y ni siquiera una burlona. El humor negro había jugado tan bien su partido, que a pesar del colorido que enmarca a la película, nos entregaba una cinta oscura. Pero a la hora de acentuar la historia, de proteger el clímax y terminar por concretar la obra, todo se cae a pedazos. Una cinta que dura media hora, qué termina por ser una anécdota y que no da la vuelta a la esquina, es una de las tantas que caminan.
Las cintas de exorcismos, posesiones y demonios siguen teniendo el gran peso de El exorcista (William Friedkin-1973) e invariablemente cualquier película con dicha temática nos lleva a ésta. Jordan Gallan, también escritor de Ava’s Possessions, intenta desechar a la cinta del 73 de inmediato, no sólo con una secuencia inicial que nos narra lo sucedido en el exorcismo, sino con una obvia referencia, con la que la protagonista señala que “los vómitos verdes” ya han quedado atrás en su vida. Pero es imposible, tanto para ella, como para el autor olvidarse de dicha piedra. El demonio sigue acechando, tocando la puerta de su cuerpo y alma, y la fe se pone en duda. Y aunque sea una fe diferente a de El exorcista (donde se habla más ampliamente de la fe religiosa), sigue habiendo cuestionamientos morales, y moralinos, entorno a la condición humana. “Nada te complementa mejor que unirte con tu sombra”, escucha Ava, y parece ser la tesis de la cinta; nadie puede ser enteramente bueno, ni enteramente malo; vemos a los personajes, todos malévolos en apariencia, algunos en actitud, pero que terminan por demostrar una ligera bondad, o viceversa.
Pero, ¿de dónde provienen estos demonios? Ante el mundo actual y su poca fe, además de su poca tolerancia religiosa, el director no utiliza los cuestionamientos dogmáticos como su base; aunque al hablarse de demonios, se habla de dioses. Se recurre a la magia negra como medio de invocación pagana, pero a pesar de esto, se sigue utilizando la figura católica de la cruz, tanto como objeto de lo sagrado como del sacrilegio. Los demonios provienen, sí, del infierno, pero de uno mucho más cercano y menos metafórico. Lo que va viviendo Ava, en su grupo de apoyo, tiene mucho parecido con lo suscitado en una terapia psicoanalítica, donde también se buscan eliminar esos demonios sembrados por la sociedad, la familia, la vida misma. Así es como Ava descubre que aunque Naphula, ente que la posee, vive y deambula por el mundo, es ella quien abre las puertas a dicha encarnación, y es ella, quien puede dominar quien entra y sale de su vida. ¿Girl Power? No lo creo, la cinta deja tanto sin concretar que es difícil hacer aseveraciones, pues ni el guion mismo las hace. Hay momentos en que la protagonista parece ser una heroína, capaz de todo, pero habrá detrás siempre alguien (hombre o mujer) que afecte su vida. Los demonios no son siempre culpa nuestra.
Ava’s Possession pudo tenerlo todo, y acabo por tener muy poco. No es más que una luz neón en la sala de la casa. Se ve muy linda, pero en realidad, sirve para nada.
24.08.15