por Sonia Rangel
Lo que hay de revolucionario y amoroso en toda
Idea, es aquello por lo que las Ideas siempre
resultan ser resplandores desiguales de
amor y cólera que, de ningún modo
forman una luz natural.
Deleuze
Escribir esto me pone ante lo imposible, la presentación de un libro, éste que excede y me excede, que desborda y contiene lo mejor de la producción cinematográfica internacional de los últimos años, a la vez que alumbra e incita a recorrer esa especie de historia alternativa del cine actual que nos propone Ayala Blanco, quien muestra una vez más su capacidad creativa, su inteligencia aguda y un estilo punzante, mismo que caracteriza esta forma –muy suya– de hacer estética cinematográfica.
Podemos reconocer tres rasgos estilísticos que operan en el pensamiento estético de nuestro autor, nuestro maestro: el análisis, la crítica y la creación de conceptos, ensamble de estrategias y herramientas que sirven –y que son ofrecidas al lector– para pensar la singularidad y especificidad de las ideas-cine puesta en obra en cada filme.
El análisis es el movimiento de des-montaje o deconstrucción de los filmes, mirada molecular, microscópica o microfísica, a través de la cual Ayala Blanco nos hace ver los elementos que componen las películas, cómo éstos se articulan e interfieren, como operan y toman sentido dentro del montaje.
La crítica, por su parte hace ver cómo operan las ideas-cine, cómo el cine piensa. Para el autor el cine no sólo es un lenguaje, sino que es la creación de un discurso, una forma de pensamiento. En este sentido, cada filme es un ensamble de ideas, técnicas y estéticas; de perceptos y afectos, de imágenes-visuales y sonoras, que innovan, renuevan y dialogan con la historia de cine. A cada momento Ayala Blanco marca las resonancias, las influencias, las correspondencias, las citas, las conversaciones secretas entre las imágenes, las ideas y los autores.
Puesta en operación de una mirada total que contempla la historia del cine, a la vez que la obra de cada autor, al tiempo que toma los fragmentos –los filmes concretos– en su singularidad. Mirada crítica, transversal, que ofrece una visión total al acontecimiento cinematográfico como intersticio entre su pasado y el futuro al que apunta.
El tercer elemento de la estética de Ayala Blanco, es quizá el más importante, la creación de conceptos operatorios para pensar en y con los filmes, mismos que sirven de herramienta, de hilo de Ariadna, para analizar, criticar pero también para apreciar cada obra. En sentido estricto, podemos decir que a través de estas tres estrategias: análisis, crítica y creación de conceptos, Ayala Blanco genera una teoría del cine, una forma de ver, enunciar y pensar los acontecimientos fílmicos: ideas-cine.
Cine actual confines temáticos es una lluvia de estrellas, ritmada por 9 temas puestos en serie, mismos que a su vez son ensambles que articulan constelaciones fílmicas. Así, la primera constelación enlaza “Temas realistas”, como el rebelde millonario de Red social (2010) de David Fincher, en contrapunto con el paralelo inexorable de Submarino (2010) y el linchamiento moral de La caza (2012), ambos filmes de Thomas Vintenberg, se conectan al bullying abismal de Un mundo mejor (2010) de la también ex dogma 95 Susan Bier, filmes con una reflexión moral y preguntas éticas fundamentales. Destaca, también en este grupo, el escalpelo teórico de Hannah Arendt (2013), una biografía intelectual más que se suma a la obra de Margaret von Trotta.
La segunda constelación de filmes conecta “Temas observacionales”. Así El río solía ser hombre (2011) de Jan Zabeil es pensada a través del concepto poético de la otredad fluvial, visión poética en donde también encontramos la inmersión prehistórica en la Cueva de los sueños olvidados (2011) de Werner Herzog, que es a la vez la inmersión y la visión del surgimiento del arte, acompañada de el vértigo dancístico de Pina (2011), filme de otro de los miembros destacados del nuevo cine alemán Win Wenders; belleza que marca un contrapunto con el horror de un imaginario bárbaro expuesto en El acto de matar (2014) de Joshua Oppenheimer, filme que realiza una microfísica del poder y la dominación, la enajenación y la enfermedad del deseo cuyo efecto son la barbarie y los microfascismos. En contramovimiento encontramos el fauvismo náutico de Leviathan (Castaing-Taylor, Paravel, 2012), docu-fantasía efecto de una cámara ciega, de la puesta en operación de un ausencia de mirada, una percepción háptica molecular, efecto de la hiper-amplificación visual y sonora.
Los “Temas interiores” conforman la tercera constelación. En ella aparece el privilegio perdido de Desgracia (Jacobs, 2008), la extranjería autoapestada con ecos de la figura de Camus de Indiferencia (2011), de Tony Kaye y la desgracia femenina de Blue Jasmine (2013) de Woody Allen. La cuarta constelación articula “Temas distanciados”, dos películas de François Ozon, El refugio (2009), especie de parto masculino y su contraparte, el triunfo femenino de Mujeres al poder (2010), pasando por el confesionario sexoaéreo de Los amantes pasajeros (2013), último filme de Pedro Almodovar.
Así, el recorrido estelar nos lleva hacia la quinta constelación, “Temas trascendidos”: Agora (2008) de Alejandro Amenábar muestra la feminidad megabibliotecaria a través de la figura de la filosofa Hipatia de Alejandría, la caída del imperio romano y la ascensión del cristianismo, la rebelión de los esclavos, que en términos nietzschenos supone la inversión de los valores de la vida por los valores de la nada, el nihilismo. En otro extremo encontramos el ansia resurreccional de Extraño caso de Angélica (2010) de Manoel de Oliveira, cuyo contrapunto estaría marcado por el sueño opresivo de El listón Blanco (2010) de Haneke.
En el centro de esta constelación se encuentra El cisne negro (2010) de Aronofski, que expresa el acto de creación como un sacrificio suprematista, la disolución de la subjetividad en un devenir-cisne por medio de la danza. Destaca por su brillo el socialismo incomodo de Un filme socialista (2010) de Godard, que para Ayala Blanco es un ejercicio análogo al que emprende Alexander Kluge en Noticias de la antigüedad ideológica (2008), filme que recupera el sueño de Einsenstein de filmar El capital, cuyo eco encontramos también en la reflexión collage Ojo-grama de la historia (2010) de Marcelo Schuster. A la constelación se integran la trilogía del paraíso: Fe (2012), Amor (2012) y Esperanza (2013) de Ulrich Seidl.
De la sexta constelación, los “Temas fabulescos”, destaca Copia fiel (2010) de Abbas Kiarostami, en un juego en donde replica y original se tornan indiscernibles e indescidibles. Sigue a esta la constelación la séptima de los “Temas fantásticos”, el onanismo laberintico de El origen (2010) de Christoffer Nolan, la transvaloración sublime de la aclamada película La leyenda del tio Boonmee (2010) del impronunciable Apichatpong Weerasethakul.
Ahí se encuentra, además, el itinerario fantasmal de Finisterre (2010) –una de mis películas favoritas– de Sergio Caballero, cuya tesis es: “para dejar de ser fantasma hay que hacer el camino de Santiago”, viaje por paisajes visuales y sonoros que hacen visibles y audibles las fuerzas de la tierra, experimentación audiovisual que también encontramos en la inducción anómala de Los colores del destino (2013) de Shine Carruth.
La octava constelación entrelaza “Temas espirituales”, y destaca el agobio agónico de El caballo de Turin (2011), más reciente filme de cineasta húngaro Béla Tarr, la intimidad cósmica de El árbol de la vida (2011) y la beatitud indescifrable de Deberás amar (2013), ambas de Terrence Mallick, ambos filmes ensayos sobre el origen y las fuerzas constitutivas del cosmos: la naturaleza, la gracia y el amor. Cine de sensación, fotografía fascinante y fascinada de Lubewski.
Por último, la novena constelación se ocupa de los “Temas carnales”: el horror conyugal de Anticristo (2009) de Lars von Trier, el proceso triangular de Tres (2010) de Tom Tykwer, la fragilidad brutal de Metal y hueso (2012) de Jacques Audiard, el espasmo terminal de Amour (2012) de Haneke, la autoexploración voraz de Joven y bella (2013) del ya citado François Ozon y el retorno maléfico de Los perversos (2013) de Claire Denis.
El cine actual, confines temáticos es una mirada lucida, inspirada y creativa, un viaje por el manto estelar del cine contemporáneo, cuya lectura nos hace asistir al nacimiento de una historia contemporánea del cine.
19.05.2015