por Amado Cabrales
La madre, el padre y el hijo. La madre que odia al padre que olvida al hijo. El padre que odia a la madre que ignora al hijo. El hijo que es el padre, que mira a la amante, que olvida a la madre. El padre que desea a la amante cuando mira el hijo que olvida a la madre. Moebius.
Circularidad que se traza en una línea de sangre. Infinitud que ocurre al retorcer el trazo de la institución familiar. Castigar al hijo para castigar al padre, cortar la línea, tragar el signo, romper el núcleo, su recursividad. Kim ki-duk juega con los símbolos y se deleita con ello, trasgrede los arquetipos familiares y hace uso de la violencia que en este caso nada tiene de gratuita: responde a un juego por demás freudiano. O para decirlo jocosamente, Freud explicado con bolitas y palitos.
Cortarle la cabeza al buda para dejar salir el peso que conlleva el signo, es decir la caja de pandora que es. En medio de un filme sin necesidad alguna de diálogos, el espectador asiste a la recursividad que hay entre el padre y el hijo, entre el dolor y el placer como función social, como necesidad física, dos caras que se unen mediante Moebius (2013).
La obra busca deshebrar los lazos que se tejen por medio de la sexualidad (motor y fundamento de la propiedad familia); la obscena claridad con que se expresa hace que dicha crítica se exima de narrar y se aboque a subrayar ciertos aspectos estéticos y argumentativos de la película misma.
La primera escena es breve y se sigue de la presentación de los personajes en escena. La imagen es claramente filmada en formato digital, el ritmo es acelerado, movimientos de cámara en mano y cambios de plano cada 15 segundos a lo mucho. La obra es entonces dinámica, se maneja bien sin el dialogo, los gestos bastan, las acciones se expresan por sí mismas.
El dolor ligado al placer, y a la familia, abunda. Tan bendita institución no podría sólo afianzarse con la sublimación de la sexualidad, es el dolor que a veces provoca permanecer en ella, lo que deviene en dependencia. Los límites del placer se desdibujan frente al dolor. A la pregunta ¿es acaso el placer genital el máximo placer? La respuesta es no, pero es parte del paradigma del deseo y la satisfacción. ¿Satisfacción de qué? De los roles y las necesidades que conlleva cargar con ellos.
¿Qué es un sujeto en sociedad sino la búsqueda de la satisfacción o fracaso de sus expectativas impuestas y autoimpuestas?
Todos los personajes carecen de una subjetivación dada por un nombre. Quien es nombrado simplemente como hijo (puesto carece de nombre), al ser salvado de los brabucones de la escuela, se una a una pandilla. La pandilla se ve envuelta en la necesidad de afirmarse por medio del placer sexual y el dolor infringido. Para demostrar su inocencia ante tales actos el hijo es humillado por el padre frente al grupo.
El hijo no tarda en reclamar una satisfacción, un medio de sublimar su deseo que en principio será dado por el dolor, para luego buscar el signo del padre en la amante, que es donde reside en si el papel de ser el padre, es decir quien reclama la exclusividad de una mujer, para placer o reproducción. El cuchillo en esta parte es digno de mencionar pues da la posibilidad de penetrar, de hacer las veces de elemento de placer y de venganza.
El cuerpo entero es un órgano erótico, predica un artículo en la pantalla que mira el padre, es entonces que se trata de signo y paradigma de un rol predestinado. El hijo es el padre, el padre se realiza en el hijo, se transfiere en él, la satisfacción del hijo es la satisfacción del padre bajo el peso del sacrificio. El hijo se abrirá paso por medio de la violencia y la culpa del padre, buscará la afirmación de sí mismo como “lo masculino”.
Moebius es un filme que utiliza la violencia como parte de sus metáforas, acciones sangrientas que son motor de las reflexiones y críticas que Kim Ki-duk ha venido lanzando desde el inicio de su carrera. Gore trascendental que por medio del silencio se hace universal, en tanto se aboca al gesto, a la imagen, suerte de análisis cultural, de juicio mordaz de los fundamentos básicos de la sociedad por medio de la transgresión violenta de sus símbolos y sujetos a los que todos estamos (literalmente) familiarizados.
12.04.15