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Esquela: Robin Williams

“Morir.

Expirar, fenecer, perecer, expirar, apagarse, criar malvas, bajar al sepulcro, extinguirse poco a poco, bajar el telón, deceso, defunción, ruina y aniquilamiento, caerse redondo, apagar la vela, el último suspiro, sueño eterno, transición a una vida mejor, abandonar el despojo mortal, quedarse frito como un pajarito, cerrar los ojos durante un tiempo muy largo, comida de gusanos, estirar la pata, pagar con el pellejo, hincar la rodilla…"

Patch Addams (Shadyac, 1998).

 

 

 

Por Alf Noriega y Daniel Valdez Puertos.

Ganador del Oscar por su papel de Sean Maguire en God Will Hunting (Mente indomable, Gus Van Sant, 1997), con una filmografía de más de 30 filmes y tras una carrera de más de 40 años, el último acto en vida de Robin McLaurim Williams fue arrebatársela. 

¿Cómo olvidar esa voz gritando Good morning, Vietnam! en la película homónima dirigida por Barry Levinson en 1987. Personaje característico por la rebeldía de su humor, Williams demostró que podría provocar la alegría en el contexto más oscuro para la civilización humana.

El humor, las risas y un espíritu infantil fueron características siempre fieles de Williams. Sabía que la risa es esencial para una buena amistad. La infancia de muchos fue sublimada con filmes como la nada querida pero nunca olvidada Popeye (Altman, 1980), y la extraordinaria Hook (Spielberg, 1991) película que, junto a Julia Roberts y Dustin Hoffman, reinventó el cuento clásico de Peter Pan y estableció una nueva etapa en el desarrollo de los efectos visuales.

Un año después, en Toys del realizador Barry Levinson, Williams interpretaría un aguerrido y estrambótico inventor de la industria del juguete que lucha en contra de la “militarización” de la imaginación. El filme, de extensiones surrealistas, puede entenderse como la metáfora de los tiempos (la Guerra del Golfo Pérsico recién terminaba para comenzar una sistemática campaña de invasión para el medio oriente en busca de reservas petroleras) en que la guerra minaba hasta los ámbitos más puros, como la inocencia infantil.

El éxito como comediante se concretó en Mrs. Doubtfire (Columbus, 1993) conocida por muchos como "Papá por siempre". La imprudencia del personaje de la Sra. Doubtfire inspiró esperanza en jóvenes y adultos, aún con críticas encontradas durante la época. Williams supo que hay un momentos para el valor y otros para la prudencia y el que es inteligente los sabe distinguir.

Williams era uno de esos "locos" que creían que la risa lo curaba todo. "Todos fuimos dotados con una chispa de locura ¡no la desaproveches!" se decía a si mismo mientras interpretaba al excéntrico profesor Philip Brainard en Flubber (Mayfield, 1997). Producción de Walt Disney Pictures, con quien ya había trabajado antes como la voz del espectacular "Genio de la lámpara" en Aladdin (Musker & Clemens, 1992). 

La aventura era parte esencial en la vida de Robin Williams. ¡Vivir será una aventura fantástica! Lo demostró en el clásico de aventura Jumanji (Johnston, 1995). El filme, basado en el relato infantil publicado por Chris Van Allsburg, nos llevó a una aventura extraordinaria con efectos visuales de vanguardia  y revitalizando los filmes de aventura contemporáneos. La mayor atracción visual que jóvenes y niños pudieron vivir en los 90.

Consolidándose poco a poco como uno de los actores favoritos del gremio, en What dreams may come (Más allá de los sueños, Ward, 1998) tocó finalmente nuestros corazones con la extraordinaria —dantesca obviamente— historia de un hombre que atraviesa un difícil viaje de de amor y pérdida.

En Dead Poets Society (La sociedad de los poetas muertos, Weir, 1989) la maestría de su personaje como profesor de literatura reflejó que Williams era un excelente actor de carácter. Tenía claro que no debía perder sus cualidades propias dentro de la comedia, pero que necesitaba dominar la interpretación para ser alguien en el mundo del cine. Lo logró: en el filme, su personaje nos dio una de las mayores lecciones de vida: No olvidar que a pesar de todo lo que se nos diga, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo. "No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos".

Williams se convirtió en nuestra alma gemela del cine: desde el alienigena de Mork y Mindy hasta el sociópata empleado de One Hour Photo (Romanek, 2002), hasta llegar al presidente T. Roosvelt, cada uno de sus personajes otorgaban un ser que tocaba nuestros corazones, alguien que nos retaba para creer en la vida y las personas; Williams demostraba, a través de sus personajes, ver lo que los demás no ven. Lo que los demás deciden no ver, por temor, conformismo o pereza. Ver el mundo de forma nueva cada día. Fue un poeta de la interpretación, un talento luminoso entregado a la vida fecunda de la risa. Un Diógenes posmoderno, dolorosamente enloquecido, amargamente feliz, con el alma tatuada de escarceos sonrientes, como en The Fisher King (Pescador de Ilusiones, Terry Guilliam, 91) sin duda una de las mejores.

En suma, la filosofía de lo lúdico define su impronta actoral. Su muerte lo comprueba. No hay nada más creativo ante las posibilidades de la muerte que decidir la propia, pues es una postura activa, arriesgada, la más vital. No hay aquél que quiera vivir más que el suicida, pues al encontrarse imposibilitado de disfrutar la vida, de verse despojado de la chispa fundamental, la vida es muerte en vida. Que se reivindique el suicidio del artista como energía creadora. Que se reivindique la locura, la pasión, la tanatológica carcajada de aquél que prefiere morir como un hombre, que vivir la eternidad como una oxidada y triste máquina catatónica.

 

12.08.14

Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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