por Ana Karina Peña Sanabria
¿Qué hace que rutinas de tap, danza contemporánea y ballet, entre otros estilos, se realicen actualmente en nombre de Charles Chaplin en escuelas, concursos, flashmobs, festivales y compañías alrededor del mundo, como en Japón, India e Irlanda? El comediante W.C. Fields llamó a Chaplin “el mejor bailarín de ballet que ha existido jamás”[1]. Robert Helpmann, bailarín de la Sadler’s Well, coreógrafo en el filme The Red Shoes (Las zapatillas rojas, Powell & Peessburger, 1948), afirmó que Charlie era mucho mejor de lo que él jamás podría ser[2]. Dancemos un poco alrededor del Chaplin bailarín.
El crítico de cine, Tom Gunning, califica las interacciones del comediante inglés con los objetos y las máquinas como “balletic”: gráciles y exquisitas, aunque estos encuentros terminen en desastre[3]. Jean Epstein, contemporáneo del divinal Chaplin, observó una “neurastenia fotogénica” en el mimo británico y equiparó sus gestos mecánicos con los “actos reflejo de una persona nerviosa y cansada”. Gunning señala entonces que Epstein predijo el ballet de sátira histérica que aparece en Modern Times (Tiempos Modernos, 1936). Ahí, dice Gunning, “[Chaplin] deja claro que el cuerpo moderno está sujeto al colapso nervioso cuando falla la eficiencia que se le demanda”. Dicho lo anterior, lo que ocurre en Limelight (Candilejas, 1952) es sumamente llamativo porque se relaciona con esa eficiencia corporal que no es la óptima y que provoca crisis.
Calvero, el protagonista de Candilejas, es un cómico veterano que ya no causa gracia; ya no cumple más con lo que el público demanda. Él conoce a una joven y hermosa bailarina de ballet quien tiene sus propios problemas. Quizás a ella, Thereza o Terry, la psicología también la encuentra histérica y psicosomática, pues la ansiedad que siente la hace intentar suicidarse y posteriormente auto-sabotearse al creer que se encuentra paralizada, y que no podrá volver a bailar o incluso caminar. Lo cierto es que un clavo sacó otro clavo, o las angustias de Terry motivaron al neurasténico –entiéndase triste, cansado, emotivo y temeroso– Calvero, al mismo tiempo que él la ayudaba a recuperar sus sueños mientras cuidaba de ella.
En este filme no es la modernidad y sus máquinas las que amenazan el estilo de vida y las funciones del cuerpo. Es la condición humana innata que, más allá de épocas y tendencias sociales o tecnológicas, va a menguar gradualmente las habilidades corporales, las (técnicas) naturales y adquiridas por igual. Calvero tiene, como ocurre en otras historias de Chaplin, episodios de sueño donde se proyectan sus más hondos deseos. Y no es casualidad que la famosa escena de la “Danza de los rollos” en The Gold Rush (La quimera del oro, 1925) sea introducida por un sueño, así como lo es la “Oda al gusano” y el intercambio de pasos graciosos que tiene Calvero con Terry en un escenario. Ambos protagonistas masculinos se encuentran devastados y en sus sueños modifican esa situación, se reaniman y danzan. Chaplin transmitía el instinto que dicta que el movimiento es vida.
La danza y la pantomima de Charles Chaplin son una extensión de las posibilidades del cuerpo humano; de la forma en que el cine es una extensión de la percepción del ojo y la mente humana. La cámara misma está llena de movimiento en la historia de Calvero: primeros planos, desplazamientos de grúa, travellings y planos picados. Un ejemplo se advierte en la escena del veloz cambio de decorados en el teatro, cosa que, se dice, maravilló a Chaplin al ver al gran Nijinsky en Nueva York[4].
La danza no falta en The Great Dictator (El gran dictador, 1940), con la simpática escena de baile en salón que tienen Adenoid Hynkel y Madame Napaloni. En Sunnyside (Al sol, 1919) es también un estado parecido al sueño el que provoca el episodio dancístico. El protagonista cae haciéndose daño, y el desvanecimiento provoca la aparición de cuatro chicas que danzan al estilo de Isadora Duncan –contemporánea de Chaplin–, descalzas, con vestidos de telas vaporosas y coronas de flores. Incorporan al hombre al baile y la secuencia dura dos minutos y medio; mientras que la “Danza de los rollos” con su minuto mereció una sección de análisis en un libro escrito hace casi una década[5].
Parafraseando el inicio de Limelight (1952), la vejez debe dejar paso a la juventud. Las escenas son simbólicas: entra Terry con su energética danza a la toma que se abre cuando Calvero muere admirándola en las piernas del escenario. El cómico logró gozar de nuevo los aplausos, pero el gran final del acto fue la inmovilidad. Como accidente o como parte del sketch que representaba junto al personaje que interpretó Buster Keaton, Calvero cae del escenario y no puede volver a subir. Lo ayudan, pues está “estancado”, no solo en el bombo, sino en ese colapso en que la vida termina. Habíamos visto antes a Terry cuando las luces se apagaban una a una hasta dejar sumido en la oscuridad al cómico, de quien únicamente veíamos en penumbras su cara expresiva. Terry entró y dejó pasar la luz.
Es la capacidad de metamorfosis, llena de contrastes y matices, la que encandila a los artistas del cuerpo. Chaplin podía mimetizarse con unos rollos de pan; rascarse como un perro, caminar como un pollo e, incluso, ser un árbol; pero también podía caminar con una estupenda rotación –motivo de orgullo balletístico–, y bailar con gracia.
27.04.14
[1] MACÍAS, Romy (ed.), Charlie Chaplin The Best Ballet Dancer, Classical Ballet News. 14 de marzo de 2013. Disponible en: http://classicalballetnews.com/charlie-chaplin-the-best-ballet-dancer/
[2] STEIN, Lisa. Limelight and the Hollywood Ballet Fad, Charlie Chaplin Official Website. 2006 http://www.charliechaplin.com/en/films/9-limelight/articles/225-Limelight-and-the-Hollywood-Ballet-Fad
[3] GUNNING, Tom. Chaplin and the body of modernity. Ponencia para conferencia en 2006 http://chaplin.bfi.org.uk/programme/conference/pdf/tom-gunning.pdf
[4] En este capítulo del programa Cine en blanco y negro, de Telemadrid, el presentador José Luis Garci conversa con expertos sobre Limelight e intercambian anécdotas, datos y opiniones. Subido el 21 de febrero de 2010. Disponible en http://www.youtube.com/watch?v=pR1bcX-YMGM
[5] PAVÍA, José. El cuerpo y el comediante: Chaplin y Keaton. Editorial Universidad Politécnica de Valencia, 2005.