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Amarte duele, Tlatelolco

Ni aún con el PRI, actual musa añorada e intacta de Bolado (por este título y por el abostezador Colosio), tocando la puerta a la vuelta de la esquina, la distribuidora se anima a estrenar este redondo bodrio, que queriendo ser una lastimosa variante de Romeo y Julieta en tiempos de guerra política, no llega a ser ni el teatro guiñol de aquellos días en que la juventud se imponía vehemente.


por Adriana Bellamy


En Tlatelolco, verano del 68 (2012), Carlos Bolado nos presenta un largometraje de ficción combinado con extractos de algunos de los documentales más conocidos sobre los sucesos ocurridos el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas (entre ellos, El Grito, López Aretche, 1973). Las tomas iniciales con los créditos enfocan el piso de la plaza bajo la lluvia. En el plano siguiente seguimos una larga fila de cuerpos sobre una sala oficial mientras observamos a un funcionario (Juan Manuel Bernal, un villano que también llora) desconsolado al reconocer uno de los cuerpos. Ésta es la introducción a la historia de Felix (Christian Vázquez) y Ana María (Cassandra Ciangherotti), una de las tantas e innumerables referencias shakespeareanas a los jóvenes amantes destinados a un final trágico, contada desde infinitos clichés narrativos y actuaciones hasta cierto punto risibles.

Por mencionar sólo una de las más evidentes parodias en la película, ahí está Díaz Ordaz interpretado por un Roberto Sosa excesivamente maquillado y estéril. La narración está plagada de momentos predecibles marcados por una realización de fórmula (top-shots para abrir el espacio, travellings esperados para describir la acción, acercamientos y cámara en mano en momentos álgidos del drama, así como la edición que intercala las tomas documentales para darle seriedad al asunto).

Bolado, además, parte de un proyecto documental anterior titulado Tlatelolco realizado en 2010 para el Canal Once TV. Por las declaraciones hechas por actores y productores en algunas de las presentaciones oficiales de la película, la idea central de este proyecto es crear conciencia en las nuevas generaciones sobre este momento de la historia de México, y por eso la película, supuestamente, nos presenta la historia de la joven pareja de manera paralela con el desarrollo cronológico de los acontecimientos meses antes del 2 de octubre, desde el 23 de julio.

En principio, parece que el equipo de investigación empleado por los productores (Victor Sariñana y Pedro Cueva) y el director no hizo un buen trabajo, algunas de las fechas y sucesos tienen varios errores en el orden en que ocurrieron, entre ellas el momento en que aparece el discurso presidencial del 1° de septiembre. De igual modo, el empleo de la banda sonora musical para crear el ambiente “de los 60â€, como el personaje de Ana María subraya en uno de sus poco creíbles diálogos, es también bastante fallida. Así, se emplean algunas canciones de años posteriores que se escuchaban, por ejemplo, durante el momento de la presidencia de Allende y el posterior golpe de estado en Chile.

Por otro lado, los decorados y la recreación de la época se ven artificiales e improvisados. Se enfatiza, más bien, en el peso melodramático de la historia. Los personajes tienen que enfrentarse a diversos obstáculos que los separan: Felix estudia en la Facultad de Arquitectura de la UNAM y es de clase baja; su hermano Paco forma parte del Batallón Olimpia; Ana María es una estudiante “fresa†(término utilizado en la película de manera anacrónica, por cierto) de la Universidad Iberoamericana, cuyo padre, Juan Manuel Bernal, trabaja en el gabinete de Díaz Ordaz –todo dispuesto al melodrama inútil–.

Entre las escenas más ridículas y cursis de la película tenemos el primer encuentro amoroso entre Felix y Ana María, expresado mediante el paneo más previsible del mundo que juega con un ventilador en foco en primer término de la imagen y los cuerpos desenfocados al fondo. En fin, el espectador se podrá imaginar los vericuetos de la trama sin ningún problema, baste mencionar que el guión está escrito por Carlos Bolado y Carolina Rivera (guionista de Amarte duele, 2002), inspirados en las obras El PRI y el movimiento estudiantil, de Salvador Hernández; La Noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska; y El 68, de Paco Ignacio Taibo II.

Finalmente, es una pena que Carlos Bolado esté cada vez más lejos de la concepción cinematográfica presente en proyectos como Bajo California (1998) o Promesas (2001).


27.11.12



Adriana Bellamy



Maestra en Literatura Comparada y Licenciada en Letras Inglesas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Se desempeña como conductora del Cine-Análisis en la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha sido docente en la Facultad de Filosofía y Letras y sus áreas de....ver perfil
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