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Lentitud: Los mejores temas

El joven realizador mexicano Nicolás Pereda (Perpetuum Mobile, 2009) regresa a las andadas con el cine estático en compañía de su más reciente Âżfilme? llamado Los mejores temas (2012), para participar en la 54 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.


por Julio César Durán


La película, que redunda en la dinámica de sus anteriores obras, se deja ir en la historia de una familia –madre e hijo, éste con sus respectivos hermanos/novia y amigo– sin padre, justo en el momento(s) en que aquel que lleva 10 años sin ser cabeza de familia regresa al hogar, tal vez para recuperar lo perdido o simplemente porque ya se cansó de su vida solitaria, o quizás porque quiere un techo donde dormir, importa muy poco en realidad.

Con sus actores de siempre, los miembros y fundadores del colectivo teatral Lagartijas tiradas al sol (Luisa Pardo, Gabino Rodríguez y Francisco Barreiro, quienes por cierto están haciendo cosas muy interesantes en escenario), Pereda realiza una interesante mecánica entre la representación y lo representado, entre el juego de mentiras que supone la realización de una narración cinematográfica a la que va a desnudar y a la que va a descubrir para el público.

Nicolás Pereda pone a dos (no) actores distintos a interpretar a Emilio, el padre de Gabino [éste último vende CD piratas en el transporte público (de ahí el título Los mejores temas)], que regresa a recuperar a su familia, y esto será lo fundamental del ejercicio. Es decir, con lo que nos vamos a enfrentar es con la misma anécdota representada dos veces consecutivas, encarnadas por el mismo coro pero con diferente motor. En cada una la personalidad y el tono de lo narrado es distinto, tanto como lo pueden ser el carácter de cada papá. Gracias a esto, en el primer acercamiento nos veremos como testigos de una confusión entre el primer plano de la realidad, es decir la lógica interna del relato, con un juego de representación dentro de ella, a la vez que sucede también una suerte de repetición o tal vez despliegue de otra versión de la misma narración; en el segundo acercamiento vamos a ver más o menos el mismo truco de la representación dentro de la representación pero con el toque de comenzar a ver el andamiaje (literalmente) de la producción de la película, cuando empecemos a salirnos de la lógica interna y se intente pasar de un cuento verosímil a la mostración de la realidad.

Observando la vasta filmografía que tiene en tan pocos años, pareciera que al realizador le gusta la realidad, más que la verosimilitud –no porque sus historias, ambiente y personajes no lo sean, sino simplemente porque prefiere una a la otra. En ésta última película, ha encontrado más forma que en sus anteriores trabajos, se ve mejor y más pensado, sin embargo continúa el afán de quitar los filtros entre nuestros ojos y el filme mismo o en todo caso lo que éste quiere expresar.

Pareciera que más que una necesidad de contar de manera diferente, existe una necedad por el desentendimiento del lenguaje cinematográfico, que de entrada supone una serie de mecanismos, inseparables del relato, que se encuentran entre el espectador y lo representado, pa’ pronto, el cine no es ni será nunca la realidad.

De ritmo lento, sin ningún “maquillaje” escénico o de montaje, la película va a consistir, me aparece así, en una imitación de dos cosas fundamentalmente: por un lado de una manera de producir y realizar cine “contemplativo” que en todo nos recuerda a la pandilla Reygadas, Escalante, et al., donde en lugar de construir un estilo particular a partir de ahí –como sí lo han hecho otros, por ejemplo Enrique Rivero (Parque vía, 2008)–,lo que hace es copiar una fórmula en la que existen vistas largas, planos estáticos, no-diálogos, etcétera, que se notan gratuitos; por otro lado también está la imitación de un contexto sencillo, generalizado en gran parte del país sin duda, pero que se queda en eso, en un intento de calcar cierta realidad sin ningún punto de vista o ninguna dirección, calca tal cual.

Los mejores temas sí es una interesante muestra del cine mexicano contemporáneo, sí se trata de un cine diferente –no se confunda con poco común–, pero se queda en aquel plano de la contemplación por la contemplación y ya, sin nada debajo de aquella estructura que se antoja intelectualmente retadora, que termina resultando una mera ocurrencia. Sin duda es un punto que no se debe de pasar por alto en el panorama actual del cine hecho en México, pero definitivamente va a aburrir.


15.11.12

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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