siguenos
Piel
por Praxedis Razo
Interpretar a una mujer mejor que una mujer… imposible.
Anuncio de comercial de temporada de Liverpool

La piel que habito (Almodóvar, 11) funciona muy bien con el público y al mismo tiempo es un intolerable laberinto arrítmico de sorpresas.

Un docto cirujano plástico, Robert Ledgard (Antonio Banderas), presenta en una convención de médicos su proyecto de piel resistente a cortaduras y quemaduras. Su descubrimiento parece sospechoso a la comunidad y se retira sin más. De vuelta a su mansión nos enfrentamos con su criatura de laboratorio: Vera (Elena Anaya), una singular y menuda mujercita encerrada en un calabozo yogui a la que puede espiar el doctor Robert –así le dicen de cariño, como en canción de The Beatles (cf. Revolver). Muy pronto, un elemento extrañísimo (un hombre-tigre) entra en escena y la asepsia en la que se entusiasmó el cuidadísimo departamento de arte del film (Anxton Gómez y compañía muy esmerados en construir un film gore antigore) para la habitación de la criatura se ve trastornada: la criatura es violada y el hombre-tigre asesinado. En ese momento los misterios hitchcoquianos comienzan a orientarse un poco, con ayuda de flahbacks y frases reveladoras, y llega la primera gran clave insulsa: todo es un asunto de familia mal habida (hermanos que no se saben hermanos y se odian, madre que lo sabe todo y nada dice). Ya violada por el hombre-tigre, Vera ya puede ser también utilizada por el doctor Robert, aunque le duele mucho –a ella, a Robert se le cuecen las habas–. Hora de otro flashback explicativo y reveladorsísimo: ni modo, la hermosa criatura Vera es en realidad un hombre llamado Vicente (Jan Cornet) que en el pasado intentó violar a la hija de Robert en una fiesta ambientadísima con vozarrón de Concha Buika, razón por la cual dos tragedias se suman a la ya de por sí trágica vida del doctorcillo exitoso y absolutamente sobrio: en medio del duelo por la dolorosa muerte de la esposa (desfigurada por las llamas de su pecado), llega el suicidio de la hija hipersensible que, además, murió virgen, intonsa por las sosas manos del yonqui Vicente que tendrá que sufrir la furia del aprendiz de Frankenstein. Vicente es secuestrado y, de menos, sometido a una vaginoplastia, a un reamoldamiento de su jeta, de su cuerpo, en fin, sometido a una ardua compostura de su sexo para volverlo mujer (vivo retrato de la bella esposa) para que, por supuesto, luego de paciente espera divina, el Gepetto sátiro pueda servirse de ella, y dejar clara la boba moraleja: no hagas lo que no quieres que te hagan a ti (ja).

Por un lado se trata de un esquema traumático. Pedro Almodóvar le ha dado a la mujer, y todo lo que ese gran concepto pueda significar –y no es bien poco, sólo en su obra–, la calidad de chivo expiatorio ultra convencional. Sobre la mujer de La piel… cae todo el castigo (moral y físico) por el simple hecho de ser mujer: la madre que esconde pecados, la esposa que se quema por sus culpas, la hija que se dio muerte por no entender lo que en su cuerpo sucedía… y cuando el castigo tiene que recaer en un hombre (el pobre Vicente), no puede ser de otra manera que haciéndolo mujer, para que el castigo almodovariano se cumpla a cabalidad, a través del psicoanálisis más ramplón y del tratamiento de una película de ciencia ficción muy básica. En esta esfera de la película la gente puede estar muy alarmada, con el grito en el techo del cine, y no darse cuenta del folletón de misoginia al que se le está enfrentando. Y no importa, finalmente se trata de una tesis de avanzada que bien el espectador puede aceptarla tal cual, como un informe cienciaficcional y sentimentalista del enfermito doctor Robert. Pasa y queda.

Luego está la película de terror que todo se lo debe al retruécano del montaje. ¿Todos recuerdan Pulp fiction (Tarantino, 94)? ¿Sabían que vista sin los saltos pseudogodardianos del guión es una película muy aburrida sobre la jubilación de un gángster? Así de aburridísima podría verse La piel…: nacen dos hermanos, uno lícito, otro no; uno se hace exitoso doctor, otro crece como puede; uno se casa con una mujer bonita, el otro la rapta, la viola y deja que se queme en un accidente de coche; uno se duele con la hija a la que él cree que violan como a la madre, el otro desaparece un tiempo; uno atrapa al casi violador y construye con él un monstruo digno de sí mismo para darle una lección al yonqui, pero también para darse el placer de revivir a su bella esposa, el otro llega y viola a dicho hermoso monstruo y es asesinado sin ninguna consecuencia; uno, el doctor Robert, planea vivir con su propia criatura resistente a toda muerte como si nada de nada hubiera pasado; la hermosa criatura, Vera, irrompible, mata a su creador, como mínimamente se esperaba que sucediera; fin con epílogo angustiante. Todo se trata de un sujeto, doctor, al que le va muy mal en su vidita y ya, pero pasado por los tijeretazos hiperclimáticos a modo de Tarantino que no entendió bien su Godard de cabecera, la película se transforma en un cúmulo de suspenso, de sorpresivos virajes, de pequeños y acomodaticios saltos en la butaca. Incluso puede hasta considerarse una mala película de horror. Pero ahí está.

A todo esto, sales del cine con un buen sabor de boca, con una gran lección de lo que Hostal (Roth, 05) no pudo desarrollar bien, de que el uso del cuerpo humano como construcción de la locura de alguien más puede llegar a ser fascinante y casi nadie lo ha abordado bien a bien en el cine (piensen en Contracara (Woo, 97), en los posapocalípticos Terminators y Robocops (vv.aa.), o en los términos a los que se ha tenido que llegar siempre que se adapta Frankenstein (de nuevo vv.aa.)).

Almodóvar logró cautivar a un antialmodóvar –quien esto suscribe–, sólo por el nivel de perversión desmedida y gustosa que le imprimió a sus pesadillas este sobrevaluado autor de culto manchego ya en la Sub-60, aunque me hubiera gustado, ya en confesión aparte, ver más cómo una mujer puede actuar como un hombre hecho mujer. Ni modo, me quedé con las ganas.

Praxedis Razo


Un no le aunque sin hay te voy ni otros textículos que valgan. Este hombre gato quiere escribir de cine sin parar, a sabiendas de que un día llegará a su fin... es lo que más le duele: no revisar todas las películas que querría. Y también es plomero de avanzada. Mayores informes y ofertas al 5522476333. ....ver perfil
Comentarios:
02.01.12
néstor dice:
Hola, me parece que tu interpretación de este filme es muy personal y algo subjetiva. Creo que se puede interpretar en más de un sentido cada metáfora de Almodóvar. Y creo que emitir juicios a granel basandote en sólo tu interpretación o entendimiento, limita y delimita una crítica objetiva, a solamente tus gustos y conocimientos cinematográficos.
10.01.12
edurne dice:
lo sospeché desde un principio ¨pensé el es Raquel¨ pero bueno aunque no me agrada tanto Almodóvar esta movie si me gustó (será por que no es tan de sus temas clásicos. Aunque bueno iba a decir no es de locas, putas, gays y amores enfermos, pero viéndolo bien sí. jajajaja bueno pensé en voz alta XD.
11.01.12
Praxedis dice:
Así es, Edurne. Así es, Néstor.
comentarios.