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Ellas de Malgorzata Szumowska a revisión

Con todas las huidizas maneras nazarín-viridianescas (Buñuel, 1961) de llegar a ser Bella de día (ibídem, 1966), las autoras del filme Ellas (Byrckel y Szumowska) ponen a Anne, la contenida periodista (Binoche), a darnos un recorrido por su proceso creativo de intenso work in progress, del que nunca vemos el producto acabado, para recordarnos todos los eternos roles femeninos contenidos en las mujeres de hoy, de siempre, sin dejar fuera de la mirada promiscua los aspectos económicos y sociales del desvirtuado oficio del placer por dinero. Aquí, dos revisiones de la misma película, hoy en cartelera.


Una Ellas


por Rodrigo Martínez

Ancja está desnuda. Un extraño la mira. Ella observa con prudencia, pero también con curiosidad. Cabello de trigo, cara afilada con maquillaje oscuro y piel color mamey, la joven polaca complace la fantasía de su cliente. Acaricia su propio cuerpo para que él hurgue en sí mismo. Ríe y bebe arrumbada en un sillón. Escucha el canto de ese hombre ya maduro, marido insatisfecho a todas luces, que orinó sobre el pecho de su amante negociada poco antes de rasgar la guitarra. Ancja evoca esta experiencia. Una periodista escucha casi en trance. Descubre la emoción que a la joven le causó aquella cita con que debutó en el oficio que la provee de otros anhelos: estudios universitarios y un clóset nutrido.

Ambigüedad delatora. Imperio del guión. Anecdotario de una revelación más antropológica que cinemática. Vida doméstica y vida prostituta al paralelo: Ellas (2011) es un documento de tímida soltura cinematográfica. Antes que ficción plena, el quinto largometraje de MaÅ‚gorzata Szumowska es un libreto convertido casi en una bitácora sociológica. Y es tal la presencia de la revelaciones desprendidas de la investigación para el argumento, que los mundos contrastados del filme son síntoma de los inamovibles rasgos conservadores de determinada sociedad.

Anne (Juliette Binoche) es periodista de Elle y ama de casa. Se encarga de documentar la vida de dos universitarias que trabajan como acompañantes. Descubre que Lola (Anais Demoustier) y Ancja (Joanna Kulig) disfrutan de su trabajo y de los beneficios financieros. Al paralelo, la reportera redacta artículos desde el hogar mientras cuida del mismo: asegura la puntualidad escolar de los hijos; hace la limpieza; guisa trabajosos platillos con moluscos para la cena con el patrón de su esposo; descubre pornografía en las computadoras de la casa; riñe con el hijo adolescente consumidor de marihuana y lidia con la adicción al videojuego de su retoño menor.

A decir de la propia realizadora (“MaÅ‚gorzata Szumowskaâ€, The Huffington Post, marzo 5, 2012), primero pensó en rodar una película sobre sexualidad, pero la idea se trastocó tras convivir con prostitutas universitarias. Encontró a jóvenes abiertas e inteligentes que no se asumían como víctimas y que hablaban con gusto de sus experiencias. Ellas partió de una necesidad diferente: convertirse en el testimonio de un encuentro con lo inesperado; compartir la conmoción de los libretistas que atestiguaron las revelaciones durante la pesquisa de motivos para el argumento de una película que partía de premisas diferentes.

Pretendido filme-experiencia, Ellas viró así hacia una docuficción. Ya en la resolución cinematográfica, el montaje da lugar a una letanía de diálogos en campo-contracampo que se olvida de los valores expresivos de la puesta en escena. A fuerza de comunicar impresiones, el filme se convierte en un ir y venir entre el hacer doméstico y el hacer liberado. La edición plantea así sus tres niveles visuales: el hogar, los diálogos cada vez más cómplices y la irrupción de esa sexualidad evocada por sus protagonistas. Sólo que la conmoción verbalizada se repite de tal modo que el guión se impone como verdadero leitmotiv de un material que no quiso ser más que un conjunto de inquietantes momentos cinematográficos (insertos de los encuentros sexuales; autoerotización desesperada de la reportera en el piso del baño; visión femenina de los clientes sentados en la mesa durante la cena trabajosa; agresiones obsesivo-escatológicas) extraviados en una investigación semi-periodística que quiso ser provocadora por su contenido en sí.

Si el plano inaugural va de lleno a la experiencia de la sexualidad profesionalizada, tratando en directo un encuentro oral en azules de bajo contraste, la primera secuencia doméstica (segunda del filme) es una presentación forzosa de una Binoche obligada a imponer el drama donde aún no lo hay. En ausencia de todos los varones de su familia, la solitaria reportera medita en un sillón seguido de una ventana. El decorado de la sala con mesa-comedor amplísima, colores opacos y piel por todas partes, aparece en la extensión de un plano que se abre más para dejar a la mujer en un espacio amplio, donde resuena la elegía de un piano que funge como adverbio grandilocuente situado casi en primer plano. Hacia el final del filme, este espacio adquirirá un significado propio, ahora con el segundo movimiento de la Séptima de Beethoven como eje de significación, pero también prevalecerá como la promesa no concretada de lo que parecía ser un sistema expresivo más extenso.

A pesar de ello, la timidez formal de Ellas no se extiende al argumento y sus significaciones sintomáticas. El agotador sistema de campo-contracampo convencional resulta en una inquietante experiencia de espontaneidad actoral. Después de la inverosimilitud de la entrada en escena, Binoche es siempre la meditativa e indignada Anne; siempre es cabello al filo del desorden, pómulos marcados de sudores textura de sapo y miradas perdidas en la memoria contundente de esas muchachas contentas. Annais Demouster y Joanna Kulig son un par de decisivas sonrisas metonímicas: signos de tiempos incomprendidos para la veterana reportera ahora trastocada por lo que pensaba inconcebible y que también será, objeto de resignación, lo inasible.

Y es así como la película recorre todos los datos posibles emanados de su guión (leitmotiv) para desentrañar algo muy distinto de la mera concepción de la sexualidad. Hay allí indicios de argumentos e inferencias sobre una tesis de situación: vasta lista temática que abarca la prostitución disfrutada, la incomunicación sexual, el fenómeno del “niño reyâ€, el machismo básico o el desgaste de la institución matrimonial al igual que el de otros valores paradójicamente tratados con ambigua puesta en escena que valora los hechos solamente en honrosas escenas de disimulada denuncia. Así los personajes practican y sustentan el hábito de callar las fantasías genuinamente anheladas o la práctica de resignarse ante la imposición de esa vida doméstica, presuntamente maternal o sumisa de una mujer que es varias mujeres y que no concibe el disfrute de una sexualidad-negocio.

Documento al fin, la estructura fílmica se revela como el ensamblaje implícito de varias averiguaciones sociológicas para decir que las denominadas mentalidades conservadoras siguen presentes al menos en ese París todavía en espera de derrumbar esas añejas idiosincrasias.


Otra Ellas

por Iranyela López

La película no tiene ningún tinte documental por lo cual no tendría ninguna responsabilidad en el manejo de su veracidad. Sin embargo, aborda la prostitución como un filón temático simbólicamente débil y superficial.

Supuestamente Malgoska Szumowska desea borrar el papel de la mujer como objeto sexual y nos traza la despreocupada vida de dos estudiantes que no tienen otra alternativa para solventar sus gastos más que la prostitución, contra la vida cotidiana de una mujer casada.

Invita al espectador a cuestionarse sobre las diferencias y/o semejanzas entre ambas formas de vida, y lo maneja de tal modo que parece decirnos que el prostituirse resulta más simpático que preparar un cena para un esposo que quiere impresionar al jefe, un acto de mayor complejidad y sumisión.

La prostitución es un tema delicado, y en Ellas se presenta como la parte sofisticada e interesante de la vida de las mujeres. Anne comienza a comparar su trillada vida con la de ellas, hasta al punto de comienzar a cuestionar la actividad sexual que tiene con su marido, al que le descubre un video pornográfico. Por otro lado la figura de los maridos se arma como sujetos que se ven obligados a buscar chicas más jóvenes y bellas capaces de complacer sus lascivos caprichos.

Si lo que pretendía la directora era ser arriesgada, utilizando como recurso escenas explícitas, quizá primero debió trabajar más en el discurso para que el espectador realmente se cuestione, y no sólo quedara fascinado con la bella y divertida actuación de sus protagonistas. Es irrefutable la actuación de Juliette Binoche, pero el carácter femenino que ejecuta no destaca de entre otras de sus películas más recientes, como Copia fiel (Kiarostami, 2010) y Caché (Haneke, 2005).


08.09.12

Rodrigo Martínez


Alumno siempre, cursa estudios de posgrado con el anhelo de concretar un aporte sobre los modos de hacer del pensamiento cinematográfico. Licenciado y maestro en comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, ha colaborado en las revistas Punto de partida, El Universo del Búho, La revista....ver perfil
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