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Rodrigo Reyes y su 499

por Julio César Durán

 

Durante el pasado Festival de Morelia charlamos con Rodrigo Reyes, realizador que ha construido una interesante carrera con sus poco convencionales documentales (entre ellos Purgatorio) y que ahora, con su más reciente filme, un interesate híbrido que retoma la conquista de México, logra revisar tópicos que nos tocan de manera muy fuerte en pleno siglo XXI.

Rodrigo arranca la conversación platicándonos de los viajes que ha conseguido 499 (2020), su paso por Corea, Sao Paulo, Montreal, el premio a mejor fotografía documental en Tribeca y el premio del jurado en Hot Docs. Retomando esos galardones y pensando en su filmografía le preguntamos si en realidad la película es un documental y no otra cosa...

 

Rodrigo Reyes: Sí lo es, con elementos de ficción que provocan la realidad. Pero sí, para mí es un documental. El documental de un fantasma cultural que tenemos en nuestra historia mexicana.

F.I.L.M.E: Pienso en tus películas porque tampoco son convencionales. Claro, estamos lejos de un documental de divulgación, por ejemplo, o lejos de un documental de cabezas parlantes, entonces: ¿cómo tomas estas decisiones creativas, de estilo?

R.R: Bueno, todo parte de esta idea de cómo hacer una película sobre La Conquista que no caiga en esos lugares comunes que mencionas, que no sea una película pedagógica o de información porque, desde el cine independiente, ¿cómo vas a competir? Eso Discovery Channel lo hace en dos minutos. Lo que me parece más interesante de estos 500 años es que nos da la oportunidad de revisar nuestro país, preguntar “¿cómo estamos?” No nadamás “¿qué nos hicieron?”

¿Qué podemos hacer hoy con esta historia? La historia tiene que servir para algo, entonces hackeamos el aniversario [de la Conquista]. A mí me gusta pensar así, en lugar de mirar hacia atrás, sacamos el pasado y lo metemos en el presente porque hay cosas que están ocurriendo hoy que tienen muchos ecos de esa violencia colonial de la que tanto nos quejamos a nivel país, a nivel discurso, digamos cultural, el discurso al estilo Laberinto de la Soledad.

Tantos nacionalismos se quedan atorados en el pasado y los problemas son de hoy, eso es lo que refleja la película. Este espectro de conquistador se va encaminando en la ruta de Cortés pero que también es una ruta interior y va dialogando, mas bien escuchando, a las victimas de hoy que es lo que más hace falta: que escuchemos estas historias y que el poder las escuche y que el poder las comprenda.

F: ¿Por qué la decisión de volver con un tema que sí es la violencia pero resultado de recorrer la ruta de Cortés?

R.R: Sobre la ruta de Cortés, al investigar la película encontré todos esos temas, entonces de repente en la historia de esta geografía se genera todo un examen… de todo los diferentes matices de la violencia en México. A mí me interesaba el tema de la violencia porque claro podemos hablar de la gastronomía, de la literatura, de muchas cosas que hay que celebrar de nuestra identidad tan complicada y tan contradictoria en México, y que es maravillosa, pero yo siento que este aniversario, sobre todo, debe de servir para recordarnos que todavía estamos construyendo nuestro país y que debemos atender estos temas tan urgentes.

Todas las personas que participan son reales y entonces sus historias están ahí, están existiendo en el mundo y la película las va recopilando. Yo estoy muy agradecido por su generosidad.

Yo lo que aprendí es que de alguna manera estos 500 años que no sirvan para generar otro discurso oficialista que nos reduce a un esquema de buenos y malos.

F: Estos 500 años son de un hecho muy especifico que es “la caída”. Justo el 13 de agosto [de 2021] es el cumplimiento de los 500 años, es una conmemoración no del encuentro, es de la caída de una cultura.

R.R: Sí, exacto. Y esa idea de la caída esta súper insertada en nuestro imaginario cultural, desde Octavio Paz hasta muchas otras personas han escrito sobre este tema como si fuera el Big Bang de México, esta idea de que nos derrotaron… y de repente nos olvidamos de que los mexicas tenían sometidos a muchísimos pueblos que se unieron a esta oportunidad que les ofreció Cortés muy hábilmente, y que no podemos sencillamente decir “en la historia hay buenos y hay malos y las victimas fuimos nosotros”.

Hay que entender temas de hoy y por eso la película que se mete al fondo de estos problemas viendo testimonios de personas que han vivido traumas extremos. Ya sea el asesinato de periodistas que está ocurriendo en Veracruz y que a mí me remite a toda la censura que ha habido a lo lago de la historia colonial; luego la desaparición, los éxodos de los migrantes que han tenido que exiliarse y luego la violencia de género que es un arma potente de la guerra y México lo ha vivido en su historia.

F: Tenemos un país que es diverso, que no es unilateral, hay mucha diversidad pero que a final de cuentas, aquella caída marca la colonización y resuena. Nos educa de alguna manera. Es una condición de inicio y no se modifica.

Rodrigo Reyes

Rodrigo Reyes, documentalista mexicano

R.R: Como dice el Laberinto de la soledad, estamos atrapados en el ciclo de nuestro destino fatídico mexicano porque nosotros mismos le damos pie a que ocurra como país. Obviamente hay personas que no participamos activamente en la violencia pero como país seguimos dándole pie a esa violencia, a que se transforme y se adapte a las condiciones de nuestro momento, entonces eso me parece fascinante en el sentido de esta reflexión: han pasado 500 años y no ha pasado nada.

Pero también está el otro lado de la resistencia y la fuerza humana que tienen todos los testimonios, esa fuerza de saber defenderse, de luchar por su verdad y recordarnos una y otra vez de su profunda humanidad. Y eso creo que por ahí está la salida.

F: ¿Crees que desde el cine hay manera de darle la vuelta a la situación y de cambiar perspectivas?

R.R: Creo que si no es posible lograr eso, sí es posible que una película nos muestra otro camino. Sí otro mundo posible. Para eso está el arte, para mostrarnos otros caminos, otras ventanas.

No estamos condenados a repetir la mitología, estamos en un momento donde podemos cambiar nuestro país realmente. Vamos a poner atención a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor para poder transformarnos y eso es lo que nos permite el arte. Nos permite esa otra versión de la realidad y nos permite otra visión. Realidades que hemos quizá rechazado por diversas razones.

F: ¿Qué le espera al espectador?

R.R: De repente es una metáfora que explota muchas cosas, que provocan muchas reflexiones, conexiones y para cada persona es distinta. En México hemos escuchado tanto de esta conquista, sobre todo en estos momentos, pero jamás se ha visto qué pasaría si regresaran estos fantasmas. Si nos conocieran el día de hoy ¿qué pensarían y cuál sería su impresión?

En ese sentido es un viaje y cada persona va a sacar algo diferente de ese viaje. En sentido cinematográfico se agradece mucho la intensidad visual que tiene la película, tiene una imagen muy lograda porque no se siente el salto entre la realidad y la ficción, se nos empieza a borrar y parece que la película es un sueño.

La colaboración con Jano Mejía rindió resultados bastante interesantes en la foto y luego la actuación del personaje de Eduardo, pasando por el vestuario, todo te ayuda a entrar en este universo.

F: Precisamente la fotografía es muy intensa y atractiva...

R.R: La propuesta de Alejandro Mejía, el fotógrafo, fue usar estos lentes que son del cine épico clásico de Hollywood y lanzarnos con ellos a la calle. Saquemos esta gramática de las grandes producciones para grabar en la calle para poder juntar realidad con ficción. Resultó porque se siente como una epopeya pero a la vez se siente muy íntima

Los colores de la película están basados en una coincidencia bien interesante de la pintura clásica del Siglo de Oro español [con la mesoamericana]. Está la pintura de Velázquez y de Murillo con una luz muy dorada e incluso miras a Goya gracias al estilo grotesco en parte de la película. Pero también muchos de los colores coinciden con los de los escribanos, murales y de los códices del mundo prehispánico: rojos, azules, el dorado. El amarillo y dorado que conseguimos es inspirado en el Siglo de Oro pero México te da todo eso.

 

13.01.21

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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