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Anna Karenina y la transgresión moral

por Bianca Ashanti González Santos

 

Quizá uno de los mayores errores de las adaptaciones cinematográficas de Anna Karenina es intentar condensar una novela tan compleja en un par de horas de grabación. Resultaría casi imposible lograr resumir todos los problemas propios de la época en un guion en donde la trama no encuentra un epicentro claro del cual partir, optando por la multiplicidad de casos que mal lograda representaría un peligro.

Esta es la razón por la cual en el mundo cinematográfico se han visto una infinidad de adaptaciones que por más brillantes que sean caen en lo repetitivo e invariable; cada una con su toque de genialidad, que no por ello las salva de la monotonía literaria de una novela que podría parecer demasiado exigente para llevarla a la pantalla grande.

Más allá de la eficiencia de los actores o del impresionante presupuesto que se pueda tener en la ambientación de la época, Anna Karenina, aspira mostrar al espectador un retrato social cruel y crudo de la pomposidad burguesa y decadente, de una sociedad carente de valores, inmersa en un sistema patriarcal que subyuga la individualidad.

Y son justo estas “nimiedades” las que rescatan algunas de las tantas adaptaciones, y nos permite recordar los grandes detalles que prevalecieron en la historia. Tal es el caso del más reciente largometraje del reconocido cineasta ruso Karen Shakhnazarov, quien mediante una readaptación de la ya conocida obra de León Tolstói, logra llevar al espectador una mirada diferente que resulta fresca, aunque sea en esencia.

Anna Karenina (Anna Karenina Istoriya Vronskogo, Rusia, 2017), filme del Director General de los estudios Mosfilm, presenta una trama que ignora por completo las aspiraciones pasadas de retratar rigurosamente toda una novela, y en cambio elige centrar la historia principal en lo que para él es la mejor representación de los conflictos amorosos y las relaciones afectivas personales, es decir, en el torbellino de sentimientos que surge entre Anna Karenina, Vronsky y Karenin, mismo que aleja al filme de toda pretensión por convertirse en una de tantas “películas románticas”.

“En el amor siempre hay dos verdades”, con esta poderosa frase Shakhnazarov plantea el conflicto central del filme, que acompaña con una ambientación que se distingue completamente a lo que hemos visto en producciones anteriores: la guerra ruso-japonesa de 1904. Armada mediante recuerdos, vemos una historia disruptiva que resulta verdaderamente apreciable.

De esta manera en un ambiente inmerso en la guerra –con escenas que resultan fascinantes por su verosimilitud– el cineasta ruso logra contrastar a la perfección dos realidades que construyen en sí mismas la tensión creciente de un relato pasional, resaltando la –siempre presente– crítica social que permea en cada una de las páginas del gran clásico de Tolstói.

Sin ignorar la estética, la película presenta una serie de acertados elementos de ambientación que implantan en cada uno de los personajes la veracidad necesaria para ejemplificar la vida de la alta burguesía rusa del siglo XIX, en la cual se presentan sin miedo los prejuicios y estereotipos de una sociedad decadente que vive de apariencias.

Con escenas arriesgadas Shakhnazarov lleva a la pantalla grande a una Karenina majestuosa que libra su propia guerra en contra de la marginación social de la que es víctima por enamorarse, construyendo en la protagonista una serie de perfiles contrastantes que la vuelven más real, inmersa en las contradicciones de la madre, la esposa y la amante.

Anna Karenina resulta ser una película que refleja a la perfección a una mujer dividida entre una realidad contada por hombres; lo acertado de mirar desde una perspectiva distinta no recae entonces en contar una historia diferente, sino más bien en capturar una imagen panorámica de una mujer atrapada en las decisiones de una sociedad machista, odiada por la confrontación y finalmente recreada una y otra vez desde la limitada y prejuiciosa moral de una comunidad heteropatriarcal.

A pesar de los errores, la película tiene demasiados aciertos que son difíciles de ignorar, además de una historia que por más alejada que pudiera parecer de la novela homónima logra resaltar sus puntos más importantes, regalando al espectador una dulce inmersión histórica que muestra sin preámbulos lo transgresor que puede resultar una relación amorosa.

 

13.11.18

Mr. FILME


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