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Matar a un hombre

por Amado Cabrales

Luz entre los árboles, las ramas se ondean en las copas, la luz que se filtra llena de texturas la superficie del bosque, de repente, aparece un hombre en un claro de luz, escuchamos una tonada ejecutada por instrumentos de viento. Entre la belleza del sonido y la toma contemplativa de la cámara algo causa extrañeza, lo sublime del conjunto es la intimidad que de alguna forma nos predispone a la catástrofe.

En la solemnidad que provoca el bosque, Jorge, el protagonista, es autosuficiente, se desenvuelve con seguridad y certeza, usa con destreza sus herramientas. Saliendo del trabajo es todo lo contrario, sufre de constante acoso por la criminalidad local y además de ello es subestimado en el hogar. Apenas abre la puerta de su casa debe volver a salir por los encargos, lo cual significa  volver a los insultos y amedrentaciones, calvario que se intuye cotidiano.

 ¿Por qué no decir no? ¿Por qué no explicar a su mujer los gritos e insultos que lanza Kalule y compañía? Las acciones que llevan a un hombre como Jorge a la violencia, son quizá, una espiral de decisiones tomadas sin voluntad, llevadas a cabo por un hombre indefinido y gris. Su actuar es el reverso de una  pasividad  que ha reventado,  es el reflejo de la presión de lo que se espera de él como proveedor, como padre de familia, como “alfa” ante la violencia.

Matar a un hombre (Chile-Francia 2014) de Alejandro Fernández Almendras, como su título lo indica, explora los vericuetos que llevan al acto de  matar como recurso último de una familia desmoronada por la violencia. La trama se mueve a partir de imágenes en su mayoría compuestas de planos fijos, encuadres que nos hacen testigos de los hechos, en donde la estaticidad del lente va de la mano del anodino personaje ante cualquier eventualidad.

A lo largo del filme, una serie de abusos e infamias acorralan las vidas de la familia protagonista, la ley es indiferente ante el dolor y sus reclamos. En una escena, la esposa de Jorge  grita e insulta a los funcionarios ante su ineptitud, sabemos de la inutilidad de sus gritos en un sistema tan burocratizado pero ¿por qué Jorge no se exalta, no apoya a su mujer? ¿Está en shock? ¿Está paralizado por el miedo o el coraje? De manera inversa a lo que se espera, simplemente decide callar. La pasividad, la falta de voluntad de Jorge para dar frente a la situación le acarrea un divorcio y a Kalule, el victimario, tan solo un año y medio de condena.

Kalule es una caricatura, no presenta ninguna contrariedad, ninguna humanidad, está definido como “el malo”, por lo tanto muerto, literal y estructuralmente.  La voluntad de Jorge para enfrentar a Kalule nace de su espacio que es el bosque, de sus herramientas, entre las cuales se encuentra una escopeta. Un acontecimiento previo, un tanto fortuito, le muestra a Jorge el camino de la violencia como solución. 

La escena clímax  del filme es fría, distante y accidentada, sucede en un planosecuencia estático, casi desde la objetividad de una cámara de vigilancia. La cuidada estética de la fotografía  se lleva a cabo a la distancia. La película es la exposición  de una historia basada en hechos reales que se limita a capturar la terrible cotidianidad de estos acontecimientos en el contexto latinoamericano. “La justicia por la propia mano” está en la boca de una sociedad herida.

Dentro de la historia lamentablemente, la voluntad de Jorge para resarcir el dolor de su familia ha llegado tarde, él está ahora divorciado, le han pedido las llaves de la casa de lo que fue en algún momento  su hogar.  Ahora sólo le queda la soledad prolongada del bosque y su armónica. Hacia el final del relato, Jorge grita por primera vez en todo el filme, lo hace frente al lavabo de su nuevo espacio, en el cual ahora debe vivir con una decisión que no le devolverá la paz, ni a su familia. Esta elección desfasada no cambiará nada, a pesar de que el acoso ha terminado su familia ya no será la misma.

Ante la tragedia que lleva Jorge a cuestas,  él solo trata de ser padre proveedor y protector, trató de dar lo que se esperó de él. Podríamos suponer simplemente que Jorge es un cobarde, pero su personaje se intuye paradigmático. ¿Quién de los lectores ha devuelto el golpe? Y pregunto no sólo porque este fuese el único medio, pero sí una suerte de quiebre a un patrón de abusos. Lamentablemente devolver el golpe nos lleva a  ejercer la violencia  hacia lo impensado, justificada o no.

 

24.06.17

Amado Cabrales


@Amado4
Artista plástico, cinéfilo y estudioso del cine autodidacta, amante de toda expresión libre y consiente de la fuerza de la imagen, interesado en las formas y significados que encierra el uso de la información y el ocio.....ver perfil
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