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Mirar morir... no basta

por Jorge Luis Martínez

 

El documental Mirar Morir. El ejército en la noche de Iguala (2015), escrita, producida y conducida por el periodista Témoris Grecko (corresponsal en Oriente Medio para Proceso, Esquire, La Nación), con dirección de su hermano Coizta Grecko, tiene como tema principal la participación de la milicia mexicana en la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecieron en la ciudad de Iguala a través de, según las versiones oficiales, la participación de la policía local y el grupo de narcotraficantes conocido como Los Guerreros Unidos.

Realizada a marchas forzadas durante septiembre y octubre de 2015, a través de donaciones, colaboraciones y el trabajo de la organización civil Ojos de Perro contra la Impunidad, el documental se estructura en tres tiempos. Comienza por exponer la normalización de secuestros, asesinatos, así como la alianza entre narcotraficantes y ejército en los alrededores del llamado “pentágono de la amapola” en Guerrero (conjunto de municipios en donde se produce el 42% del opio del país), gestada desde los años setenta pero que llegó a su clímax en la figura del alcalde de Iguala, José Luis Abarca.

Después, reestructura y desmonta la llamada “verdad histórica” de la investigación de la PGR, a través del seguimiento de la ruta por la cual supuestamente llevaron a los estudiantes normalistas, de testimonios de los sobrevivientes, de las contradicciones de las propias declaraciones oficiales, y de material periodístico que podría dar cuenta de la falsedad de esta versión (como el reportaje de Anabel Hernández en el que se dice que los “sicarios confesos” eran solo albañiles torturados, o los videos de los primeros peritajes, en los que se aprecia a las fuerzas federales sin una idea clara de qué hacer).

Finalmente, señala el énfasis y la pasión con la cual Peña Nieto, Murillo Karam y Salvador Cienfuegos negaron la participación del ejército (en realidad, gracias al sistema de comunicación C4, dieron seguimiento a lo ocurrido aquella noche) y lo protegieron de cualquier interrogatorio. Y ahí, apoyado en la versión del grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, GIEI, Témoris Grecko sugiere que el ejército tomó parte activa en la desaparición de los estudiantes.

El material de los hermanos Grecko se arma a través de testimonios varios (los jóvenes que regresan al lugar de los hechos, los padres, madres y viudas de Los Otros Desaparecidos), pero también de noticias y recortes digitales de diversas fuentes (La Jornada, El Universal, Animal Político, Aristegui Noticias, Proceso), animaciones a manera de  historieta (el asesinato del activista Arturo Cardona a manos de José Luis Abarca, cortesía del monero Rapé), mapas de ubicación, declaraciones oficiales, entrevistas en televisión y hasta crestomatías de “La Noche de Iguala”, el videohome oficialista de Jorge Fernández Meléndez. También recurre a la figura del especialista, encarnada en los periodistas José Reveles, Marcela Turati y Juan Veledíaz, el director del Centro Pro Derechos Humanos, Mario Patrón, y el especialista en economía de frases contundentes y acento argentino, Edgardo Buscaglia.

El mérito de Mirar Morir… es que, para el público que no ha seguido el caso o no le interesa ya, arroja un poco de claridad a un tema donde el principal problema es comprender en dónde comienza y termina la verdad. Desde los hechos de la noche de Iguala, y en las sucesivas versiones ofrecidas, hay tanta información que es difícil informarse. En ese sentido, el documental ofrece al espectador de a pie una síntesis con los principales elementos para comprender el caso, y deja claro que no es una situación aislada, sino la cúspide de un sistema enquistado. También, cuando Témoris calla y deja a las imágenes hablar, hay momentos de potencia emotiva (la búsqueda los otros desaparecidos, la cotidianeidad de la tragedia) y hasta de humor (la PGR atorándose con su propia ramita).

No obstante, el problema de Mirar Morir… es que, a pesar de la información que sintetiza, de los especialistas a los que recurre y de las herramientas formales que emplea para su relato, ninguna de ellas se siente plenamente articulada en torno al tema (la participación del ejército en la noche de Iguala, como reza su subtítulo), ya que, en información y narrativa, no va más allá de las conclusiones del GIEI. De hecho, ahí donde su tema comienza a desplegarse y promete profundidad, los hermanos Grecko optan por el sentimentalismo, la frase pegadora, el montaje rítmico, la música sobre-dramatizada y el alegato furioso frente a la cámara (Témoris sentado frente a su Mac). Sin quererlo, el periodista se construye un personaje de activista que, ante el hecho de ser el principal investigador, así como productor del documental (amén de su experiencia como corresponsal) ya no era necesario reforzar.

Si el documental tiene la responsabilidad de ser un registro de la sociedad, sin duda Mirar Morir. El ejército en la noche de Iguala es una cinta valiosa. De hecho, su fuerza está en la pertinencia social y revisión de un caso significativo para la justicia y la vida reciente del país. No obstante, en su búsqueda por ser contundentes, los hermanos Grecko olvidan la importancia de la imagen y el valor de la información. En su lugar, terminan por ceder al discurso visceral, coquetean audiovisualmente con la propaganda (montaje final en el que se articula banda de guerra/declaraciones de Cienfuegos y aseveraciones furibundas de Témoris) y flaquean en sus conclusiones. Entonces no queda claro si su objetivo era hacer una revisión de la crisis humana que sufre Guerrero, una reconstrucción-deconstrucción de la noche de Iguala, o la documentación del estado de impunidad y delito que pervive en las fuerzas armadas y en las instituciones del país. Es entre esas prisas y en esa pasión que el valor y la repercusión del documental se diluye junto a las demás versiones de lo que ocurrió aquella noche en México.

 

31.01.16

Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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