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The Wolfpack

 

por Daniel Valdez Puertos

 

En el futuro algo que seguirá extendiéndose categóricamente hacia toda propuesta cinematográfica será el reempleo del material de archivo, o filmes de found footage. Cual quiera que sea la intención plástica y/o narrativa, llegará un punto en el que no es posible concebir un cine sin un referente de material previamente pre-filmado con la estética nostálgica que sólo su formato confiere, pues son tantas las imágenes, son tantos los vestigios desconocidos que la democratización de los medios audiovisuales propicia que será el acto del reempleo un elemento sine qua non.

En la práctica del cine documental contemporáneo existe una tendencia natural hacia las imágenes de archivo, o de found footage, así como en el cine radicalmente experimental. The Wolfpack (Los lobos de Manhattan, Cryastale Moselle, 2015) se suma, por necesidad temática, a esta tendencia. Hecho que le confiere una dimensión cinematográfica de plusvalor, pues el motivo principal es sensacional.

Una familia conformada por seis hijos varones, una hija pequeña y sus respectivos padres, conviven en un departamento pringoso en el ala del bajo este de Manhattan completamente confinados, sin comunicación con el mundo exterior en pleno siglo XXI. Sin poder salir de casa por regio autoritarismo patriarcal, las crías reciben la educación certificada por el Estado de parte de su madre, situación que les da el sustento económico a toda la familia. Empero, el desarrollo intelectual de estos recluidos, será aderezado por un elemento sustancial: el cine. 

Sí alguien en esta vida se ve afectado de pretensiones intelectuales, artísticas, y económicas en este mundo rapaz, no hay mejor opción que acercarse al ombligo del desbarajuste mundial que es Nueva York (cfr. The Wolf of Wall Street, Scorsese, 2013) Los padres planeaban acumular capital suficiente en este país/isla con el propósito de escapar hacia Escandinavia. Por desgracia no lo lograron. Esa jauría permaneció en la oscura cueva de un piso departamental sin experimentar los sueños bucólicos de sus padres, pero así, cual Caverna de Platón, voltearán a ver las sombras de la pantalla cinematográfica para fabricar sus propios sueños de escapismo y recrearlos/apropiarse en handmade cual Be kind rewind ( Gondry, 2008) Pues el cine  será la única ventana al mundo externo inalcanzable. Filmándose en VHS, luego con formatos más sofisticados, es la reutilización de estos archivos un genial acierto en The Wolfpack que remite al único e inigualable filme sobre la infancia autoconscientementefilmada de Tarnation ( Jonathan Caoutte, 2003). Pero es que estos lobeznos, con cabelleras largas desde pequeños parecen niñas, sí. Parecen pequeños salvajes, sí (cfr.  L'Enfant sauvage, Truffaut, 1970) Pero distan mucho de ser un Kasper Hauser ( El enigma de Kasper Hauser, Herzog, 1974) ya que las lecciones de su madre y el contacto obsesivo con el cine les han dado el andamiaje suficiente para enfrentarse al mundo, con el grado de comunicación necesaria para desenvolverse en medio de la globalidad llena de lobos y vampiros

La utopía del aislamiento por imposición familiar ha sido retratada en algunos filmes: El castillo de la pureza (Arturo Ripstein, 1972) basada en la novela de Luis Spota La carcajada del Diablo,  a su vez, en hechos reales; que no deja de ser un relato de nota sensacional pero hasta ahí. Mi novio atómico (Blast from the past, Hugh Wilson, 1999) ignominiosa representación hollywoodera por la paranoia nuclear y la amenaza comunista; y Érase una vez en Hungría ( Oliver Victoria y Zimu Zhang, 2013), de reciente cuño que se correlaciona muy bien con la película que nos convoca.

Quisiéramos abonar un acercamiento hacia la controversia que ha suscitado el tema en The Wolfpack sobre la imposición neurótica/paranoica patriarcal que sometió a estos niños, pero que es correlativo a una utopía derivada de un trauma político/histórico. The Wolfpack, sin enunciarlo, tiene su resonancia profunda en el contexto latinoamericano de las dictaduras perpetradas durante los 60s. Me parece fundamental atender la genealogía de esta historia familiar que la directora toma a bien comentar, de paso, a la mitad de la película, pero sin análisis. La historia retrata el matrimonio de una mujer norteamericana, caucásica, de ideales liberales, con un hombre latinoamericano, peruano, de ideales radicales y que tienen un montón de hijos. No se abunda más sobre los padres. Muy probablemente, el padre fue un disidente del movimiento en contra del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas en Perú, de 1968, trauma que continúa en estertores hasta la fecha. Como se sabe, o debería saberse, el término político de “izquierda” y "revolucionario" en Perú se asimila a la corriente institucional, empantanada en lo inoperante y en lo opresivo, así, tal cual, como en México. Por lo que no resulta tan extraño que un subversivo peruano, un poco estudiado en movimientos de insurgencia en Latinoamérica, un poco o algo o tanto estudiado sobre el devenir de Cuba, decida irse e instaurar una utopía (delirantemente) de aislamiento cubano, con la singularidad de estar cerca del punto decisor del mundo; para luego hacerse de una fortuna, e irse con su estirpe a las tierras de hadas y elfos que son los reinos del norte de Europa, donde no pasa nada, donde es mucha la flora y fauna, y donde la confusión es poca.

No es por justificar la privación del mundo físico externo que estos muchachos experimentaron. Millones viven así sin saberlo aún, y se pasean por el mundo como si nada; tullidos de estímulos, sin reconocer, aunque lo tengan frente a sus narices, las verdades, veleidades e injusticias de lo que pasa en su entorno. El punto aquí es entender la raíz antropológica del fenómeno que se deriva en lo geopolítico:  Por ejemplo ¿qué pasará con Cuba? ¿Cómo saldrá la sociedad cubana al mundo? Creo que tiene mucho que enseñarnos a nosotros más que el exterior a ellos.

En ese sentido, lo que nos hace reflexionar The Wolfpack, es que no hay una pedagogía normativa e ideal. No hay una manera de estar, aprender y sobrevivir. Todos padecemos de grandes ausencias, referentes, estímulos y no hay, mucho menos en la vida contemporánea, la "excelente formación". Pero así como nos demuestran las creaturas de este filme, una de las vías posibles es la cinefilia. Sobre esta idea, el caso de Truffaut es paradigmático… o el de otros ínclitos autodidactas que yo conozco y que son realmente brillantes. Leer y ver cine, es una de las mejores formas de subsistir en estos tiempos aciagos. De no ser así, la vida sería muy aburrida.

 

 

05.10.15

Daniel Valdez Puertos


@Tuittiritero

Textoservidor. Lic. en Técnicas de la alusión con especialidad en Historia de lo no verídico. UNAM generación XY. Editor en Jefe y cofundador de la revista F.I.L.M.E. Fabricante de words, Times New Roman, 12 puntos. Es....ver perfil

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