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Caníbal

 

por César Flores Correa

 

Caníbal se congrega como un festival en las sombras, ocultando la identidad de un monstruo que muy en el fondo es dueño de los sentimientos que conlleva la nobleza humana, ese afán de una historia de amor abandonada por la imposibilidad.

Así es como se construye el cuarto largometraje del furtivo Manuel Martín Cuenca, donde el escenario tiene que ser el escondite urbano que ofrece Granada, porque realmente este es un relato en donde el amor supera con creces al terror.

“Es difícil para mí que un ser humano entienda lo que hice, pero yo sé lo que hice”, decía Jeffrey Dahmer tras arrancar la vida de sus víctimas, un asesino y caníbal con gran ilusión de algo despiadado, sin embargo, ¿cómo saber que estos personajes poseen la noción de lo que implica la naturaleza humana? Es ahí, donde posiblemente radica la existencia de Carlos, un sueño moribundo de aparentar lo que nunca estará en sus manos (o en sus cuchillos).

La oscuridad parece ocupar el telón de abajo, Carlos y Nina protagonizan el amor que hace quedar al asesino en el olvido, paseando como el mismísimo fantasma que acecha sus más profundos pensamientos, sus nociones de toda estética perdida dentro de una identidad paralela, aquella que tarde o temprano puede ver la luz de la realidad, con las consecuencias que esta conlleva.

El thriller tiene sus caídas, una desesperación tan excitante de la cual puede llegar a ser carente, pero suficiente, no se necesita más de lo que se ve en pantalla, no tiene porque ser así, es la vida de un cazador nocturno, un hombre que habita en lobreguez infinita.

No es un camino para todos, la mayor virtud recae en los hombros de la paciencia y todo lo que tiene que pasar, pasará sin giros y extrañezas, aquí, la sangre se desliza muy lentamente.

 

24.07.15



Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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