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Apocalypto y apocalipsis en Salto de Eyipantla

por Elías Razo

con imagen de Hugo Díaz Pacheco

 

A principio del 2006, el entonces gobernador veracruzano Fidel Herrera, embriagado de sorpresas, no daba crédito a lo que le decía su secretario de Turismo: el cineasta, Mel Gibson, había decidido realizar la filmación de una cinta prehispánica, teniendo como escenario el estado de Veracruz. Herrera llevaba 2 años en el poder y se sentía ya retratado en las luminarias de los políticos que ambicionan llegar a la banca de Los Pinos. Decía a su subalterno: “Que no se nos vaya Mad Max (así conocía al cineasta), esto es una señal para la grande”.

Por tanto se otorgaron todas las facilidades para no dejar ir el trabajo que por más de 8 meses daría a Veracruz la atención de publicidad que lo pondría en el centro de las páginas periodísticas de espectáculos.

Con esta “protección” inició la filmación en la población Salto de Eyipantla, de San Andrés Tuxtla, Veracruz, de la controvertida cinta Apocalypto (2006). Mel Gilbson prometía una inversión que superaría los 210 millones de pesos, más la creación de empleos durante el tiempo que se efectuara la filmación y la producción de la cinta, de aproximadamente 1,500 personas de manera directa e indirecta que tenían que ver con la realización de esta cinta.

Algo llamaba la atención del grupo de producción de Gibson. La pobreza que se daba en la región: un sitio económicamente deprimido, que no obstante la bonanza de los empresarios tabacaleros, los trabajadores y campesinos que trabajaban para ellos vivían, como siempre, en la más profunda miseria. Los caminos para llegar a la locación de la famosa caída de agua, en donde Garra Jaguar (Rudy Youngblood) se lanza para salvarse de ser asesinado, eran intransitables, llenos de hoyos, vados con aguas estancadas y cientos de campesinos subocupados que veían con incredulidad a los visitantes distinguidos.

En este tema, Mel Gibson se encontraba completamente de acuerdo en que esperaba que la superproducción que iniciaba alentaría una inversión destinada sobre todo a desarrollar el ecoturismo que detonaría en el desarrollo de la economía de la región. Dicen que tenía más esperanzas en esto que en lograr una buena cinta.

Al paso del tiempo la cinta, en su momento controvertida entre los puristas del mayismo, ha sido olvidada, pero la realidad de la miseria que vio el equipo del productor se reprodujo. Estuve en dicha cascada, en el mismo lugar en donde se da parte del clímax de la cinta. Para llegar allí hay que sortear infinitos obstáculos carreteros, el camino nunca fue pavimentado, la población de Salto de Eyipantla vive a expensas del recuerdo fallido de la visita de Mad Max, vive aún de cuando se les prometió ayuda con la inversión destinada al gasto social en la región. Las jovencitas de secundaria gritan a los visitantes: “Guapo, tómate una foto barata”, los niños piden “para una Coca”; algunas falsas hierberas obsequian alpaca “pa’l dolor de cabeza” y de manera lastimosa dicen: “dame una propina pa’ un taquito, no he comido”.

Simplemente escribo la presente desde esta realidad, en Salto de Eyipantla, viendo los rastros que el cine, la industria de las ilusiones y los sueños, dejó en esta región. Deslumbró con su movilidad impresionante, aportó millones de pesos que quedaron en las manos de políticos depredadores, que por supuesto no hicieron nada por tratar de invertir en beneficio de una población que fue ocupada para realizar el trabajo de un producto cinematográfico.

Apocalypto, a casi 10 años de su producción, develó una vez más el saqueo que se da en el país.

 

02.06.15



Elías Razo Hidalgo


Periodista de alma que se quedó sin periódico. Atlista aunque gane su equipo. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras desde hace ya 35 años, hoy se divierte en el inframundo de los infomerciales. Miembro emérito del cineclub "José Revueltas" de Ciencias Políticas y Sociales, hoy paga tributo al escritor al....ver perfil
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