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Las vírgenes suicidas

 

Todo ángel es terrible.
Elegía primera, Rainer Maria Rilke

 

comenzamos el imposible proceso
de tratar de olvidarlas.

Las vírgenes suicidas, Jeffrey Eugenides

 

¿No es lo suficientemente impresionante
el hecho en sí de quitarse la vida
para que se anden buscando motivos?

El sentido del suicidio, E.M. Cioran

 

por Brianda Pineda

 

Cinematográficamente las últimas décadas del siglo XX pueden ser recordadas por su carácter arrollador. Cintas como huracanes visuales en su acelerado ritmo: After Hours (Scorsese, 1985), Cara de guerra (Full Metal Jacket, Kubrick, 1987), Tiempos violentos (Pulp Fiction, Tarantino, 1994), La vida en el abismo (Trainspotting, Danny Boyle, 1996), Magnolia (Paul T. Anderson, 1999), El club de la pelea (David Fincher, 1999), entre otras películas hasta llegar al siglo XXI con el onírico Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000). Dichos filmes muestran las distintas metamorfosis espirituales a las que se entrega el hombre corrompido por las reglas impuestas por un sistema cuyo ídolo, seductor y vacío en su traje de tinieblas, apuesta todo el tiempo por un progreso que desborda sus vértices y multiplica soledades en su atracción por los espejismos.

 

La revolución de la muerte

El sistema es, en este punto, un crimen cuyo móvil es la comodidad, el espacio habitado como un refugio al que estorba en ocasiones la naturaleza por no coincidir en su verdor con el gris material cubriéndolo todo. Hace unas semanas, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario, llevada a cabo en Xalapa, dio una conferencia Gilles Lipovetsky, filósofo contemporáneo que analiza desde diversos temas y perspectivas el acomodo del mundo. Reveló que salvo la educación y la voluntad humana no distingue otros ejes para ir en contra del voraz capitalismo. Su visión del mundo inmerso en este sistema hiper-tecnológico y de consumo no arroja una imagen ni buena ni mala, pero sí triste.

Cecilia, Lux, Bonnie, Mary, Therese son recordadas por el vecindario de Michigan como las suicidas hermanas Lisbon. La primera en cometer suicidio es Cecilia a sus 13 años, y transcurrido un año exacto de su muerte la seguirán al umbral de la desaparición las otras hermanas, cuya juventud (Therese la mayor tenía 17 años) da a la trama un tono grave y tétrico. Jeffrey Eugenides escribe una novela sobre la inutilidad de las teorías, girando alrededor de las razones del suicidio. El motivo, concepto que cobra densidad cuando es situado en el terreno filosófico de la claridad, es aquí el detonador del misterio en la obra literaria (1993) y su adaptación cinematográfica, realizada por Sofia Coppola en 1999, pues la muerte de las Lisbon no permite ir más allá de la especulación al ser su ausencia, enigmática y terrible.

Los chicos del vecindario, años después del suicidio familiar, como entre sueños olvidados en el sótano, insisten en recrear la intimidad desconocida de las musas. Una colección de crucifijos, discos de vinilo, fotografías amarillentas y el diario de una de ellas al servicio del hermeneuta que quiera descifrar la identidad de las hermanas Lisbon.

 

La fascinación ejercida por la revolución, dice Lipovetsky en La era del vacío, se debe a su pacto con Thanatos, pues su existencia es discontinuidad y ruptura. ¿Qué paradigmas buscaban romper las cinco hermanas? No es difícil imaginarlo. Una educación opresiva en su efervescencia religiosa instaurada por la madre, el movimiento in crescendo de la ciudad como un asesino serial de árboles nunca encontrado por encubierto, la idea superficial y norteamericana de una felicidad que no correspondía con la época y sus manifestaciones de realidad. Las vírgenes suicidas despiden a un siglo dándole la espalda, su revolución es la del escapista que busca no la afirmación del truco mágico con su retorno de las sombras, sino el privilegio de huir por el portal invisible que su ritual, a través de la imaginación y sus invocaciones, abre. Sirenas muertas por su propio canto, entregan en su misterio de personajes ficticios la desnudez de una acción tabú que acontece, hoy más que en cualquier momento de la historia, cada día. La voluntad en la cima de la desesperación afirma, mediante el suicidio, acaso el deseo de no adaptarse ni querer pertenecer a una sociedad cuya metamorfosis, al ir en contra del ideal humanista, encarna en paradoja.

La novela muestra también el fenómeno moral al que se enfrentan los testigos del siniestro llevado a cabo por las hermanas Lisbon. La violencia del acto, aún cuando las jóvenes hacen de la sutileza un arte fúnebre, los convierte en jueces con una facilidad sólo atribuida al prejuicio. El tiempo transcurre y la ciudad talla en su máscara nuevos gestos. El suicidio de las hermanas Lisbon es, entonces, recordado como un presagio. Escribe Eugenides, al final de la novela:

La gente fue olvidándose paulatinamente de las razones que habían podido haber inducido a las chicas a quitarse la vida, de los trastornos provocados por las tensiones o la insuficiencia de neurotransmisores, y atribuyó las muertes a la clarividencia de las muchachas en la predicción de la decadencia. La gente vio esa clarividencia en los olmos arrancados, en la áspera luz del sol, en el persistente declive de la industria del automóvil. Pero aquella transformación en la manera de ver las cosas pasó en gran parte inadvertida, porque ya rara vez volvimos a encontrarnos. Sin árboles ya no había hojas que rastrillar, ni montones de hojas secas para hacer hogueras…

El motivo es la máscara que cada uno, según su visión del mundo, quiera ponerse. Lo cierto es la fascinación del libro de Eugenides, pues su prosa poética es el círculo trazado por el asombro donde las cinco hermanas giran su destino de mariposas acercándose al fuego.

Versión cinematográfica

El arte sirve para contar la historia desde ángulos improbables por su audacia y honestidad. Aún pisando la cola del siglo veinte, accedemos al mundo aparente, y en la calma de un barrio clasemediero en Michigan, a un año de mudar de siglo, 1999, Sofia Coppola decide llevar al cine Las vírgenes suicidas. Reto arduo, pues la obra literaria ahonda en detalles y miradas sobre la invención del que espía, pero la cineasta no dudó en cuanto a elegir a sus personajes: una radiante Kirsten Dunst como Lux y un coro angelical acompañándola en su aventura suicida, así como Kathleen Turner en su papel de madre severa, no se anda por las ramas.

La película es una recreación leal a los colores que inspira la novela de Jeffrey Eugenides. Su acierto está en el ambiente del soso vecindario norteamericano; en los tonos pastel y bosque de los objetos prestando nombre e identidad a las hermanas Lisbon; en el tratamiento minimalista de Sofia Coppola, donde la gravedad se halla, paradójicamente, en la falta de expresión. Su cine es una máscara con un gesto sutil que, no por apenas insinuado, deja de ser desconcertante.

Hay que señalar cómo todo director que decide llevar un libro al cine suele permitirse ciertos caprichos a favor de lo que considera su poética. Coppola ha elegido para su filme la precisión del guión, dejando de lado las fantasmagorías de pensamiento que, representadas en la novela, otorgan densidad poética a la trama. La película de Las vírgenes suicidas es fría. Al verla, leído el libro, da la sensación de que nos estamos perdiendo de algo.

La médula filosófica y cinematográfica oscila entre lo público y lo privado en un diálogo ciego, recordando la imposibilidad de saber qué ocurre detrás de cada cuatro paredes. Las vírgenes suicidas ejercen su atracción, y uno perdona el final alterado apenas por una tuerca desajustada por la directora norteamericana, sobre cuál hermana es la última en dejar este mundo. Las náyades rubias continúan llamándonos desde el anverso de la vida, pues sería un error, al no responder a su llamado, olvidar cómo el mito ha ungido sus frentes con la fatalidad propia de la belleza e imagen eterna. 

 

16.05.15

Brianda Pineda


@brryanda

Xalapa, 1991. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Ganadora en dos ocasiones del Premio Nacional al Estudiante Universitario Carlos Fuentes. Ha publicado reseñas y artículos en La Palabra y el Hombre y reseÃ....ver perfil

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