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Duermes Nicole

Hipótesis sobre una sociedad que se aburre

por Alexandre Beaudoin Duquette

 

El 17 de marzo, se inauguró Quebecine Mx 2015, la primera Muestra de Cine de Quebec, en la Cineteca Nacional.  Después de un breve discurso del agregado cultural de la Delegación General de Quebec en México, el evento se abrió con la película Duermes Nicole del director Stéphane Lafleur.

La protagonista de Duermes Nicole (Lafleur, 2014) se aburre, nos pasa a todos, ¿por qué no tratar de explorar esta sensación? ¿De dónde surge y por qué? La película abre un diálogo sobre este extraño estado de ánimo y el hecho de que esté en blanco y negro nos permite adoptar una actitud contemplativa que puede ponernos en una disposición para enunciar una reflexión sobre el fenómeno desde lo individual, pero también desde lo social.

Si usted nunca ha estado en Quebec, quizá no sepa que en la región de Montreal, cuando es verano y hay canícula, hace un calor húmedo y pesado.  En la noche, la sábana se queda pegada al cuerpo por el sudor y, para dormir, es común que la gente pegue su ventilador a la cama, como Nicole (Julianne Côté), como intentos fallidos para alcanzar el sueño.

Aunque no se menciona en qué ciudad vive ella, al ver esas casas que parecen de plástico con sus albercas y sus pastos recién cortados, esas calles sin tráfico y sin acera, el “mini-golf” y los terrenos baldíos planos, podemos deducir que nos encontramos en la región de las Bajas Tierras del río San Lorenzo, en algún suburbio de Montreal. Podría ser cualquiera, todos se ven más o menos iguales.

Decía entonces que nos encontramos en medio de una de esas canículas interminables y Nicole tiene el sueño frágil.  Supongo que es el mes de julio, cuando los estudiantes llevan ya un rato de estar de vacaciones.  Tampoco se menciona, pero Nicole parece ser una de esas estudiantes que tienen que ocupar el tiempo estival errando y trabajando en chambas que no tienen nada que ver con lo que estudian.

Las vacaciones de verano son largas y a finales de julio nos invade una pesada sensación de tedio. Hace tanto calor que Nicole sueña con viajar a Islandia.  Un día, se le presenta la oportunidad cuando, al revisar el correo postal, encuentra un sobre que contiene una tarjeta de crédito.  Quién sabe por qué –y quizá ello sea uno de los pocos puntos débiles del argumento–, pero no sabe que comprar a crédito no significa que las cosas salen de a gratis y decide comprarse a ella y a su amiga un viaje a la patria de los géiseres.

Es difícil como quebequense no identificarse con el sueño guajiro de Nicole.  Cuando uno tiene 17 años, se le ocurre entrar a una agencia de viaje para preguntar por el precio del boleto de ida para Polinesia –como un servidor, quien finalmente logró escapar agarrando un autobús con destino a Laredo un año después–.

No es fácil explicar por qué este deseo azota a tantos quebequenses.  El estereotipo pretende que sea por el invierno y el frío.  En este sentido, el hecho de que la acción de Duermes Nicole transcurra durante una canícula es interesante porque ni con el calor se quitan esas ganas de huir y, en el caso de la protagonista, no se trata de ir al sur sino casi hasta el Polo Norte.

Quizá la película ofrezca pistas para entender este fenómeno al explorar cómo se construye una sociedad individualista desde su unidad más pequeña: el individuo, valga la redundancia.  La historia se centra en una mujer que se encuentra en una etapa de su vida que podríamos llamar la adolescencia tardía.

Es un momento un poco extraño de la vida en el cual uno deja su manada y aprende a ser voraz. Es cuando el otro deja de ser amigo y se convierte paulatinamente en un competidor.  Algunos miembros del entorno ya tienen o están a punto de tener hijos y la amistad que era tan sagrada en la adolescencia, aparece tranquilamente como algo accesorio para unos y sus acciones pueden llegar a ser interpretadas como traiciones.  Uno puede entonces volcarse hacia sus hermanos si los tiene pero, si éstos se encuentran en una etapa similar o más avanzada, es probable que interpretemos su respuesta como un rechazo, lo que conllevaría a otra decepción.

Durante ese verano sofocante en el que no parece suceder gran cosa, las ilusiones que Nicole pone sucesivamente en cada miembro de su entorno se van derrumbando.  Al ir de decepción en decepción, vemos cómo este entorno se va desmoronando.  Si aplicamos este patrón a una escala mayor, nos encontramos con una interesante hipótesis sobre la construcción de una sociedad individualista que se encuentra sin proyecto y que carga su bienestar material como un lastre.

Después del coctel de bienvenida de Quebecine, me fui al baño y me topé con un rebaño de hiperactivos.  Al ver un charco de vómito en el piso, uno de ellos declaró: “a alguien la película le dio tanto asco como a mí”.  Si usted es de esa gente que entra en angustia si no hay un conflicto o un chiste cada ocho minutos, quiero invitarle a volver a leer el título y sugerirle quizá otra actividad como jugar pingpong, consumir algún calmante o abrir el diccionario en la página en la que aparece la definición de “onírico”.  El tema de la película es el aburrimiento, así que no se dirige a un público adicto a los estímulos.

 

22.03.15



Mr. FILME


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