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La teoría del todo

 

 

por Daniel Valdez Puertos

 

En el principio, todo era singular y paradójico, así, en abstracto. Luego hizo ¡boom! Y con ello la energía, protones, neutrones, materia y todo el regadero espaciotemporal que ahora conocemos. Esto fue hace unos 13. 700 millones de años. Es decir, mucho tiempo antes de que el jovencito calculador Stephen William Hawking, doctorando en astrofísica para la Universidad de Oxford, se enamorara de la devota anglicana y estudiosa de filología hispánica ( por tanto más fervorosa que un arrodillado guadalupano)  y contrajeran nupcias y tuvieran tres retoños pese a la funesta sentencia de que sólo dos años de vida le restarían al científico estelar más mediatizado del siglo XX, quien hoy cuenta con 76 años de edad.

Con la fuerza gravitacional que la épica del amor comprende, es que La teoría del todo (James Marsh, 14) se resuelve cual ecuación #matematicamentemarketera y maravillosamente simple. Basada en el libro de catarsis postmatrimonial, Hacia el  infinito, de la misma Jane Wilde, abnegada primer esposa de Hawking, donde narra las vivencias junto al genio descubridor de radiaciones de los hoyos negros, atacado por una paralizante enfermedad.

El filme intenta despejar dos incógnitas a la par, para luego producir una tercera. Vamos por pasos: X= Construcción del genio. Sus logros académicos y sus epifanías motivadas por pequeños detalles cotidianos, representadas a manera de escenas ramplonas; como cuando a Newton le cayó una manzana mientras retozaba bajo un árbol o como cuando Arquímides de Siracusa jugaba en la tina con la corona del rey Hierón II; así es que vemos a Hawking embelesado por la crema que se disuelve en la espesura de un café o cuando tras el tejido de su suéter, medio puesto, observa el titilar de las brazas de la chimenea. Y= Degeneración del hombre. Casi desde el comienzo nos lanzan pequeños guiños de la torpeza psicomotriz del joven Hawking, hasta llegar al traspiés brutal en que va a dar al suelo. Diagnosticado con un síndrome motoneuronal, el astrofísico atraviesa por una lógica depresión y una serie de momentos dramáticos: 1. El momento en que tiene que usar silla de ruedas. 2. El momento de la traqueotomía. Y enonces nos queda Z = ¿Cómo es que Stephen Hawking se convirtió en Stephen Hawking? 1. El genio desahuciado, con su particular corporeidad, su voz robótica y su gesticulación siempre amable, escribe un libro de divulgación científica que lo lanza a la fama. No sin ayuda de su infatigable esposa, el amante párroco de ella, la supuesta evangélica enfermera, quien será su segunda esposa; y bueno, un montón de productores con mirada afilada para los negocios, que claro, ellos, no salen en la película, ni están escritos en la novelita, aunque sean los mismos genios que se esconden detrás del badulaque de relato épico amoroso.

Y es que, lo que intenta contar de forma espléndida este filme es lo que siempre ha querido venderse con la figura de Stephen Hawking: Un exempli gratia de superación personal de Una mente brillante (Ron Howard, 01), similar a la de Mi pie izquierdo (Sheridan, 89), pero que difícilmente encuentra resonancia entre los aleteos dignos, estéticos,  de La escafandra y la mariposa (Schnabel, 08) o del amor geriátrico y sobrecogedor de Amour (Haneke, 12).

El auténtico Big Bang de la película, es la explotación de la figura romántica del genio ( en toda la densidad de la expresión) y de su historial amoroso. ¿Por qué no, si eso vende? Y es que en un mundo donde las grandes investigaciones científicas ya no se rigen por una ética humanitaria, donde los científicos desafiantes son acallados, o suspendidos de financiamiento; y donde las leyes del mercado amenazan con violentar las leyes de la física, nada es imposible. Todo, paradójicamente todo, está secuestrado por el mercado. Esa, al final de estos tiempos, la única teoría del todo.

 

15.02.15

 

Daniel Valdez Puertos


@Tuittiritero

Textoservidor. Lic. en Técnicas de la alusión con especialidad en Historia de lo no verídico. UNAM generación XY. Editor en Jefe y cofundador de la revista F.I.L.M.E. Fabricante de words, Times New Roman, 12 puntos. Es....ver perfil

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