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FIC San Cristóbal: Un lugar llamado Chiapas

 

por Julio César Durán

 

Algunas de las constantes que se han observado en la programación del Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas ha sido la lucha contra el olvido así como el rescate de valores y derechos humanos tan primordiales al mismo tiempo que necesarios en cualquier rincón del planeta, principalmente en países controlados por intereses ajenos a sus habitantes.

El largometraje dirigido por la documentalista canadiense, Nettie Wild, que lleva como sugerente título A place called Chiapas (1998), supone una visión nunca definitiva, por supuesto –la misma realizadora deja claro desde el inicio que es la mirada de una extranjera–, sobre los primeros años públicos del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

Nettie Wild llegó con su equipo de filmación en 1996 a La Realidad, Chiapas, para participar a manera de prensa en el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. A partir de ahí, del tiempo que pasan en el sureste mexicano con los zapatistas y de la experiencia/información adquirida, damos un salto con la cineasta hasta la noche de año viejo de 1993, momento en que el movimiento formado en su mayoría por indígenas, puso en jaque la idílica imagen del país en la última década del milenio. La toma de 5 ciudades chiapanecas y 500 rancherías tuvo como consecuencia un cruento enfrentamiento con el ejército, enviados del gobierno federal para apagar la insurrección. Así, el primer objetivo del EZLN (a ojos de Wild) fue conseguido, se mostró la fuerza y organización de los insurgentes, se llamó la atención suficiente del mundo entero, ahora había que usar un arma más importante que las balas: la palabra.

El documental recorre los primeros pasos del EZLN para trasladarse con los simpatizantes del movimiento que fueron surgiendo a lo largo y ancho de Chiapas, demostrando de manera lamentable una verdad que los zapatistas han recalcado a lo largo del tiempo: la guerra contra los indígenas no duró sólo 12 días. Parte importante del documental se centra en la aparición de un violento grupo paramilitar ayudado por policías y el ejército mexicano llamado “Paz y Justicia”, y del cómo estas fuerzas pondrán contra la pared a las comunidades del norte del estado, quitándoles sus tierras y casas, pero más importante, infundiendo miedo y desesperanza.

El documental retrata tan bien como puede a los zapatistas y a sus simpatizantes, a sus comunidades, sus ideas y sobre todo a quien otorgaría la imagen de la insurrección, el Subcomandante Marcos. El buen ojo de Nettie Wild pone de manifiesto el carácter que el EZLN encontró y aprovechó con Marcos, un llamativo personaje que más que guerrillero parece un poeta, alguien que conoce perfectamente el poder de la imagen y el poder de los medios para difundir las palabras y reclamos de justicia de los indígenas.

A 20 años del inicio del levantamiento armado del EZLN y del estreno del documental –que supone quizá el único filme hasta ahora que captura al movimiento desde dentro– el poder del discurso no ha disminuido y no es menos relevante. Tal vez Un lugar llamado Chiapas resulte hoy en día un eficaz documento para rescatar nuestra memoria e historia reciente. Lo único que desmerece de este filme es la elección de la banda sonora, llena de funk setentero el cual no empata en ningún momento con el discurso visual.

Los indígenas, con su levantamiento armado (que tiene entre sus filas a mestizos educados en universidades de la ciudad) intentarán cambiar desde sus pequeños poblados al mundo entero, si no lo hacen no sobrevivirán. Las agresivas políticas gubernamentales tienen sumidos a los más pobres en una indefensión al borde de la muerte, sin embargo lo que delatará el movimiento zapatista es una contradicción importante. La imagen de México entrando al 1er mundo y el Tratado de Libre Comercio (que jodió irremediablemente a los campesinos mexicanos, por mencionar una sola consecuencia) es trastocada por la realidad de un país en descomposición, con un gobierno que se tambalea y con un partido político en el poder dando patadas de ahogado.

Con una construcción dramática que lleva al espectador de principio a fin como si se tratara de un provocador cuento sobre una rebelión en un lugar y tiempo lejanos, Wild no deja de lado un compromiso social y político que deja claro en cada secuencia montada del documental. Llegando hacia el final de su discurso visual con un esperado y casi onírico encuentro con el mediático Subcomandante Marcos, donde quedará claro que la revolución apenas comienza y que él, en aquellos años 90, apenas “comienza a entender Chiapas”.

 

21.01.15

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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