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Revueltas y el cine XII. La nueva cima-encrucijada, 2 de 2

 

Revueltas expulsado de su paraíso espartaquista visita el CUEC, publica uno de los primeros textos sobre cine producidos en México y escribe Los errores, la crítica perpetua contra cualquier establecido moral antes de tener, a los 50 años de edad, su "primer trabajo formal".

por Elías Razo Hidalgo

 

En 1963 el maestro Manuel González Casanova hace la propuesta a la UNAM para crear una escuela dedicada al estudio y producción de cine, teniendo como base la Filmoteca de la Universidad y la consolidación de los Cine-Clubes en las escuelas y facultades de la institución. Entonces se propone la formación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, que se convertiría en la primera escuela (sin llegar a serlo en la actualidad) de su tipo en Latinoamérica.

Uno de los primeros en ser llamados para impartir clases sobre cine es José Revueltas, teniendo en cuenta la experiencia acumulada por dos décadas en el medio y conociendo el trabajo realizado en Cuba para la formación del ICAIC, que en México vendrá a concretar, en principio, con conferencias teóricas de cine, que se consolidarán con un texto pionero sobre el tema en nuestro país, El conocimiento cinematográfico y sus problemas, que se editará en 1965 (hoy publicado en Ediciones ERA).

El libro es un planteamiento teórico sobre el cine y la sociedad. Al inicio se habla sobre la estética de este medio de comunicación, y Revueltas observa el desarrollo casi inmediato que adquirió éste para ser considerado una forma de expresión cultural y artística, al mismo nivel de la poesía, la literatura, la música, la pintura. Asimismo Revueltas hace filosofía del cine y llega a plantearse la cuestión de si las representaciones capturadas en el filme son escenas atrapadas y por lo tanto inmovilizadas, o son secuencias en movimiento que dan vida y continuidad a una imagen. Por supuesto que él razona a partir del pensamiento dialéctico y profundiza esta realidad y forma de representación: imagen congelada a partir de la técnica fotográfica, o reproducción de movimiento a partir de la utilización de los instrumentos tecnológicos.

También hace planteamientos sobre el surgimiento histórico del cine y plantea que éste tiene como base de desarrollo el teatro, en tanto que se recrea en el drama y la comedia, como forma de expresión corporal, y la pintura, como forma de representación iconográfica, en donde el montaje cinematográfico debe de tener los mismo pasos de la elaboración de temas en el lienzo de pintura. A la novela la sitúa en el mismo nivel del cine, que en principio se nutre de la tramas literarias para hacer sus historias, pero después se retroalimentan para intercambiar ayudas y fortalecerse como formas expresivas artísticas.

Sobre la parte dedicada al guión cinematográfico, Revueltas dicta conferencias para los recién ingresados alumnos del CUEC, dando un ABC de lo que es un guión literario, un guión técnico, en donde dice que un argumentista literario y un adaptador cinematográfico son dos sujetos tan independientes que éste segundo debe convertirse en un  nuevo escritor que desarrolle sus trabajos pensando en dar un efecto audiovisual, ya que el novelista es un ser que piensa en un escrito para ser leído, mientras que el escritor cinematográfico debe ser un espectador que acude a una sala especial para observar imágenes en movimiento ligadas a sonidos (diálogos, principalmente para él, pero cualquier sonido integrado por supuesto a la imagen). En el texto se expone sobre el montaje de los años 20 y 30 que empleó Serguei Eisenstein en sus películas de la época, acaso teorías superadas por el mismo cineasta soviético, pero que marcan el proceso histórico que tuvo Revueltas en su concepción de lo qué es el cine y cómo hacer cine.

Los textos fueron publicados desde la década de los 40 en diversas publicaciones, y Revueltas compila dando origen al texto que publica la UNAM en una colección dedicada a estudios de cine, y la publicación de este libro, El conocimiento cinematográfico… marcará el epílogo de su trabajo en la institución.

Entre los maestros del recién inaugurado CUEC y formadores de la primera generación de cineastas estudiados en México están los siguientes nombres con los que Revueltas compartió mesa:

Manuel González Casanova, Gabriel García Márquez, Luis Alcoriza, Manuel Álvarez Bravo, Rosario Castellanos, Rafael Corkidi, Julio Fernando Haquette, José de la Colina, Salvador Elizondo, Carlos Fernández, Hans Beimler, Carlos Monsiváis, Walter Reuter, Antonio Reynoso, Julio Alejandro de Castro, Edmundo Valadés, Jorge Ayala Blanco, Paul Leduc, Manuel Michel, José Luis (González) Ibáñez, Guiovanni Korporaal, Rodolfo Halffter,  José Luis Balcárcel, Pascual Aragonés, Arcadi Artis, Budd Boetticher, Salvador Topete, Víctor Fores Olea, Federico Cervantes, Benito Alazraki y Gloria Schoeman. 

Por esas mismas fechas fue, de nuevo, duramente criticado por el grupo político que fundó, la Liga Leninista Espartaco, cuestionado por situaciones personales, consideradas desviaciones no propiamente revolucionarias, y vuelve a ser acosado por el dogmatismo “revolucionario” hasta ser expulsado junto con Eduardo Lizalde. Desde entonces nunca más volverá a militar en organización alguna, no tendrá ya más “carnet revolucionario” que lo ligue a nada.

 

Los errores

Esto fue lo que dio pie para que se apresurara a sacar la novela Los errores, que de una y definitiva vez marca la separación del literato Revueltas con algún tipo de organización, en 1964.

Si bien con El ensayo... teóricamente ya era un hasta aquí del dogmatismo comunista, Los errores reafirman sus postulados ideológicos que arrastra desde siempre el escritor. En la novela se dará vuelo con sus eternos personajes subhumanos, acaso mirando lo que era la sociedad en su conjunto, en donde la podredumbre y la malformación son síntomas de naturalidad, y por tanto de conformismo de la realidad social.

Revueltas se da permiso para retratar novelísticamente su condición de militante incomprendido, señala desviaciones acaso criminales planteadas por el Partido Comunista y observa el enorme hueco que habrá que llenar para curar el tremendo mal en que las políticas dogmáticas, sin discusión, sin racionamiento, sin que sobresalga las actitudes democráticas han metido al conjunto de la sociedad.

En la novela la realidad del realismo socialista visto desde la mitad de la década del 60, invasiones y represiones “revolucionarias”, sometimiento conservador y reaccionarios ante situaciones nuevas de comportamiento de la gente en la sociedad contemporánea y la perpetuación del mal, son los elementos sobre los cuales se plantea la única manera de sobresalir en esa actualidad.

La dedicatoria no da lugar para dudas, simplemente la novela está dedicada a Imre Nagy (1896-1958), gran revolucionario húngaro, viejo comunista que lucha contra los nazis y apoyado por el Ejército Rojo logra aplicar un comunismo húngaro humano en su país, nunca fue bien visto por Stalin, que lo declara contrarrevolucionario, no obstante el africano sigue luchando contra todo y alcanza la plenitud cuando en 1956 logra amalgamar la revolución húngara que será ahogada con los tanques soviéticos.

Cuánto se habrá cuestionado José Revueltas con esta novela “revisionista”, a cuánta autocrítica sometió a su conciencia para llegar a aceptar a Jean Paul Sastre como un filósofo concretamente revolucionario y sin carnet que lo presumiera militante, sino reconocido como tal por el Che Guevara, antes de éste dejara para siempre la isla de Cuba.

 

In pace

En 1964 Julio Scherer García, periodista de primer orden, íntimo amigo de David Alfaro Siqueros, al que José Revueltas visitaba religiosamente en Lecumberri de 1960 a 1964 y conocedor de todo el círculo cultural y político mexicano, lo recomienda con el escritor Agustín Yáñez, secretario de Educación Pública muy ligado al presidente Adolfo López Mateos (que está a punto de terminar su periodo presidencial).

Yánez, gran novelista del llamado periodo de transición de la literatura de la Revolución mexicana, conocía a Revueltas, que se había mostrado sorprendido porque éste no continuara en el estilo adquirido desde el Luto humano, novela que es el punto de partida para la literatura nacionalista post revolucionaria, era también un burócrata del partido en el poder que no promovía fácilmente a los del medio intelectual (por ejemplo, no tenía una relación cercana con sus dos paisanos y triunfos literarios, Rulfo y Arreola, a los que, incluso, desdeñaba ideológicamente), pero con Revueltas hizo una excepción, al parecer pesaba mucho la recomendación de Scherer.

En principio, aparentemente no hubo menor mella, hasta que Mauricio Magdaleno, también novelista y escritor de cine (que consiguió las glorias del cine de el Indio Fernández) le informó que sería su próximo jefe y por indicaciones de Yánez, le pedía papeles oficiales y darse de alta para tener su primer trabajo “formal”, que le aseguraría un buen ingreso salarial y le daría una seguridad económica mensual nunca conocida por Revueltas en su vida.

Así, luego de que quizá su amigo Enrique Ramírez y Ramírez le haya “puesto en orden” sus antecedentes penales, José Revueltas deja su trabajo en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (el sueldo debió ser acaso miserable, como ocurre con los maestros de asignatura en la UNAM) y piensa acaso arreglar un poco su vida y su obra. Se reencuentra con María Teresa Retes y realiza el trabajo de compilar su obra completa, editada por Emanuel Carballo en Empresas Editoriales, que será el antecedente para otorgarle el premio Xavier Villaurrutia posteriormente.

 

 

18.11.14

Elías Razo Hidalgo


Periodista de alma que se quedó sin periódico. Atlista aunque gane su equipo. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras desde hace ya 35 años, hoy se divierte en el inframundo de los infomerciales. Miembro emérito del cineclub "José Revueltas" de Ciencias Políticas y Sociales, hoy paga tributo al escritor al....ver perfil
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