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Gabrielle, sin miedo a vivir


por Carlos Rgó

 

El segundo largometraje de la directora Louise Archambault teje con una naturalidad importante un argumento conocido: Gabrielle (Gabrielle Marion- Rivard) y Martin (Alexandre Landry) se enamoran en un ambiente que no les permite estar juntos. Ambos tienen síndrome de Williams y la responsabilidad para tomar sus propias decisiones no depende totalmente de ellos.

Los prejuicios familiares aparecen sin excesos dramáticos, ni sentimentalismos. Con una dirección de actores magnífica, el coro de una escuela especializada en canto, danza y teatro para personas con discapacidades físicas e intelectuales es el escenario donde conocemos a Gabrielle. “La primera vez que la vi estaba luminosa, fresca, cantaba impecable, platicaba... y, aunque la conversación no era lógica, lo hacía con un corazón increíble”[1], cuenta la directora en el encuentro que tuvo con Gabrielle en Montreal, sede del filme, donde quedó encantada con la fotogenia de esta chica con oído absoluto.

El síndrome de Williams es un trastorno en los genes que padece 1 de cada 20 mil habitantes aproximadamente, sin distinción de sexo, grupo étnico o país de origen. Con déficits en áreas como la psicomotrocidad y la integración visual motora, el lenguaje se preserva casi sin daño y el sentido de la musicalidad está más desarrollado en la mayoría de los casos. La actriz que interpreta a Gabrielle realmente tiene este síndrome.  Algunas críticas tachan que el filme no indaga en la relación que pueden generar en la sociedad personas con este tipo de alteración en los genes. Este punto se justifica, naturalmente, porque el guión estaba hecho antes de conocer a Gabrielle, es decir, que al incluir a una chica con síndrome de Williams la historia no cambió más que en algunos diálogos. La prioridad de la directora no era un fin didáctico o moralista sobre este tipo de discapacidad, sino hacer visible una relación humana entre personas con una luz auténtica en su manera de sentir y actuar. [2]

Pese a caer en lugares comunes, la película brilla con la elegante dirección y una protagonista que desborda simpatía en los 104 minutos que dura el filme. Estamos frente a una narración que no tienen mucho de original, pero cabe destacar el traslado de los problemas de dos chicos veinteañeros a una representación de las sensaciones enclaustradas en valores sociales que quieren poseerlo todo. En la narración hay una buena dosis de conciencia que nos arroja a cuestionarnos qué tanto tenemos de esos prejuicios al momento de relacionarnos con personas con actitudes e ideas diferentes.

Lo que pudo quedarse sólo en un intento realista para mostrar las condiciones desfavorables de dos personajes con síndrome de Williams y la perspectiva de las familias al enfrentar su relación –que ensayó la directora en su primera película Familia (2005)-, acaba por ser un trabajo lleno de ritmo y música para considerar el alma desprendida de toda relación con la sociedad y las cosas, en la medida de lo posible, para buscar un valor dentro de sí misma.

Al presentar las discapacidades en colaboración con los personajes y no sólo hablando sobre ellas, Gabrielle es una buena dosis para mostrar el encuentro de una joven que se convierte en mujer. Con el destello de un Romeo y Julieta, los personajes buscan su independencia, o mejor aún, su libertad. Gabrielle (2013) es una película que busca encontrar por el oído, lo que la razón a veces no ve: la vitalidad de nuestros afectos.

Un dato más, la historia cohabita con un proyecto más ambicioso que la directora tuvo que recortar por razones de producción, pero que podemos ver en la hermana de Gabrielle – interpretada por Mélissa Désormeaux-Poulin– con su novio. Louise Archambault conoció en India a los “jóvenes músicos del mundo” en un colegio especializado en música tradicional de ese país. En algún momento, el guión tenía dos historias paralelas: la de Gabrielle y la de su hermana viviendo en India, finalmente, la parte de Gabrielle se volvió protagonista, pero sin descuidar la parte que incluía la música india y algunas horas de grabación que la directora tenía al respecto. Esa mínima parte es un joya que aparece en la película y refuerza el sentido musical que tiene el trabajo de Louise.

 

17.11.14


[1] Fabio Gramegna, “’Gabrielle’: interview de Louis Archambault”, en http://www.youtube.com/watch?v=zOAX_4Mjswc&sns=em, consultado 9/11/2014.

[2] Marion Thuiller, “Louise Archambault et Alexandre Landry : ‘Tourner avec des acteurs handicapés aide à apprécier le moment présent’”, Linternaute.com Cinéma, http://www.linternaute.com/cinema/star-cinema/louise-archambault-et-alexandre-landry-interview-louise-archambault-et-alexandre-landry.shtml , consultado 9/11/2014.

Carlos Rgo


@Rgock

Con estudios en Letras Hispánicas y Filosofía, se interesa por las artes plásticas y el cine. Actualmente escribe una tesis sobre literatura mexicana del siglo XX y cursa un seminario sobre teoría y crítica para abordar la imagen y las prácticas fotográficas.

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Comentarios:
17.11.14
Leslie dice:
¡Ash... ahora tengo ganas de verla y bailarla! Tendré que hace búsqueda exhaustiva. ¡Gracias por la reseña! :D
comentarios.