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En Metal y hueso no hay lugares comunes

por Adriana Marusia

 

Las mutilaciones no siempre son físicas e irreparables. Metal y Hueso (De rouille et d'os, 2012) es una película del director francés Jacques Audiard, basada en el texto Rust and Bone del escritor canadiense Craig Davidson. En la versión del realizador francés, éste mencionó que “no era fiel al contenido, sino a la forma”. La historia es sencilla, pero no por eso vacua. Stéphanie (Marion Cotillard, ganadora de los premios Óscar, BAFTA, César y Globo de Oro por La vida en rosa, Dahan, 2007) es una entrenadora de orcas a la que, por un “error técnico”, le arrancan las piernas. Ella conoce a Ali (Matthias Schoenaerts), un sacaborrachos que tiene a un hijo al que apenas conoce. Sin embargo, antes de volcarnos en los altibajos de esta diégesis, habría que partir del título que en la traducción al español quitó efecto retórico y visual, dado que en francés “rouille” se recogería por “óxido” y no por “metal”, es decir De óxido y de hueso.

Aquel título, bajo la figura de una sinécdoque, evocaría con precisión tanto la complejidad de esos dos personajes como del discurso de la película. En cuanto a la narrativa del filme, los giros dramáticos emergen y denotan el instinto animal de éste, así como del hombre (hablando de especie y no de género). Los instintos o pulsiones se proyectan bajo diversas formas como la del depredador -la orca que es atraída por la sangre que brota de las piernas heridas de Stéphanie y que bambolea en el azul acuoso-, la del sexo, la vida, la muerte, la conservación.

En el caso de la muerte, por ejemplo, Stéphanie pretende suicidarse al despertar y notar que ya no tiene piernas. Aquí habría que remarcar la virtuosa y desgarradora interpretación de Cotillard, ya que en ningún momento se vuelve melodramática. No obstante, conforme avanza la relación erótica con Ali, ella recobra la seguridad en su nuevo cuerpo, el goce de su sexualidad e incluso encamina su vida como mánager de las peleas de Ali. La mujer es representada como la parte orgánica, es decir como el hueso. Una paradoja bien resuelta en la que ella se yergue con sus prótesis ante los infortunios de la vida; está mucho más consciente del porqué de sus deseos y de sus actos. Por otra parte, Ali tiene un instintivo ímpetu animal que no se cuestiona, y de igual modo, este personaje evoluciona anímicamente con Stéphanie. Poco a poco ambos resarcen sus fisuras.

Uno de los tantos momentos álgidos de la historia ocurre en el momento en que Ali usa sus puños no por diversión, sino por el instinto de vida, de supervivencia; por el deseo de no querer morir en el otro. Antes de esto, su realidad está hecha de instantes fugaces y desconectados, representados por el placer inmediato. Él sería el óxido de los actos impulsivos que acumulan efectos corroídos, pero sin causas aparentes. Esa condición de vivir ha reemplazado el lugar común de la expresión de carne y hueso por De óxido y de hueso que construye a estos personajes.

 

04.10.14

Adriana Marusia


Literatura, cine y traducción. Lacónica por excelencia.....ver perfil
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