Praxedis Razo: Vemos, según tu temario, que existe Shakespeare desde la era silente del cine, ¿de cuándo data el primer acercamiento de Shakespeare al cine y cómo fue?
Adriana Bellamy: El primer fragmento filmado que ha sobrevivido hasta ahora es del año 1899, en el seminario analizaremos este fragmento y ampliaré la información.
P.R.: Shakespeare fascina al cine. Llega a la gran pantalla para quedarse. ¿Cómo llega al celuloide?
A.B.: Para varios estudiosos, Shakespeare es el gran contador de historias, aunque como quizá ya sabes, todas sus obras provienen de textos existentes. La increíble habilidad e ingenio de este escritor fue crear algo distinto a partir de historias ya conocidas, perfeccionar diversos elementos dramáticos, complejizar la caracterización de sus personajes y, por supuesto, revolucionar, en muchos sentidos, la lengua inglesa.
El nacimiento del cine siempre estuvo hermanado con el desarrollo del teatro, incluso muchos de los primeros filmes silentes eran registros de puestas en escena específicas; creo que por eso una de las principales fuentes de este cine provenía de representaciones de obras shakespeareanas.
P.R.: ¿Cuál fue el criterio de elección para tu curso? Notamos la cronología, ¿por qué partir de ahí, en todo caso?
A.B.: El criterio es uno de los objetivos del seminario: revisar algunos de los filmes más importantes en la adaptación shakespeareana, analizarlos desde un punto de vista histórico y estilístico tanto en su relación con la historia del cine como con la hermenéutica de la obras de Shakespeare.
P.R.: Hay Shakespeare llevado al pie de la letra a la sala de cine, pero también hay algunos acercamientos alucinantes, inimaginados. Tal es el caso del Romeo y Julieta (M. Delgado, 1943) de Cantinflas, el Rey Lear (1987) de Godard y Trono de sangre (1957) de Kurosawa, creo. ¿Cuántos de estos casos hay, que conozcas, y a qué crees que se deba?
A.B.: Desde siempre el problema de la adaptación reside en la idea de “fidelidad” como sentido autorizado de un texto canónico. Me parece que la riqueza de las obras shakespeareanas permite, precisamente, una apertura en sus modos de representación (sea teatro, ópera, cine, etc.) y en su horizonte interpretativo. De ahí, la diversidad de adaptaciones realizadas hasta el momento que también se han multiplicado en los últimos años; existen varios ejemplos de ello, además de los que mencionas, pensemos en Mucho ruido y pocas nueces (2012) de Whedon, o en la estupenda versión de Julio César de los hermanos Tavianni (César debe morir, 2012) y algunos otros que veremos en el seminario.
P.R.: En el salto que das de Welles a Almereyda, ¿cómo se va transformando Shakespeare a lo largo de la historia del cine?
A.B.: Esto se verá con más profundidad en el seminario: baste mencionar que tanto los cambios en las técnicas cinematográficas como en las formas de aproximación a la obra de Shakespeare son reflejo también del desarrollo que ha tenido el cine como medio de expresión artística (la versatilidad cambiante de la cámara, uso de distintos formatos, diversos diseños sonoros, etc.).
P.R.: Los que se inscriban a tu curso, ¿cómo recibirán al Shakespeare del cine? ¿Qué recomiendas para acercarse a él?
A.B.: Lo más importante es que tengan ganas de acercarse a un cine que no es fácil, pero que puede aportarles otro tipo de goce, experiencia que siempre ha fascinado a los grandes directores de nuestro tiempo (Welles, Godard, Polanski, Kurosawa, Zeffirelli, etc.) y que refleja ese eterno fluir de nuevos diálogos y encuentros con el bardo inglés.
13.03.14