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Navajazo destruye

por Josefina Gámez Rodríguez

 

Increpa al espectador, destruye formatos, moviliza expectativas.

Si duda hubiere, el fin del mundo ya acaeció hace un rato: un niño recién nacido, captado por alguna cámara en 16 mm, es el testimonio de aquello. Así lo decide el sociólogo campeón docu/mentalista de la etnoficción Ricardo Silva, que comienza su crónica postapocalíptica con suspiros y gruñidos que reflexionan en torno a los últimos días de la civilización en medio de fragmentos de películas donde se baila, se celebra, se padece.

Navajazo (2013), un auténtico y grandioso salto al vacío dentro de la tradición cinematográfica mexicana, comienza cuando todo ya terminó de alguna forma y por eso lo primero que vemos a cuadro, luego del subtitulado prólogo, es una de las más célebres fronteras del mundo ido, la que ha enfrentado históricamente a Estados Unidos con México (bandera tricolor al fondo): Bienvenidos a Tijuana, el nuevo corazón de lo que queda del mundanal mundo.

En breve van desfilando frente a la cámara algunas célebres creaturas que van dejando la baba de su paso por este distópico valle de lágrimas que persiste: vagos teporochos, niños, yonquis, prostitutas, un mutis de asesino enmascarado, un teórico pornógrafo, cineastas, actores, un profeta rockero y un pasmado arquitecto de un mundo de juguete son los sobrevivientes del juicio final, y a través de ellos quedan expuestos los residuos de una cultura que pasó, gloriosa, desapercibida, y se extinguió sin sospecharlo bajo el yugo tierno de las preciosas ridículas canciones de cuna del entrañable Albert Plá (acierto entre los aciertos de este filme).

Silva y, quizá más enteramente, la guionista Julia Pastrana se sirven con la cuchara grande de una re creación monstruosa de personajes límite –partimos del hecho de que así son y además así les gusta actuar (cfr. El acto de matar, Oppenheimer, 2012)– para construir en un contexto límite –la frontera entre dos países–, y a dentelladas terribles de montaje, una experiencia límite en el espectador, seguramente acostumbrado al tratamiento respetuoso del ojo del antropólogo que casi siempre se acerca “éticamente” a su “objeto de estudio” (y no lo pone a pelearse para re crearse, o a drogarse mientras le practican sexo oral y discute sobre economía doméstica). 

No sólo. Nos encontramos en medio de situaciones cinematográficas insólitas en el cine mexicano: primero porque existen varias películas que no acaban de cuajar dentro de esta película (un reality porno y “Las confesiones de una puta en crack”); el mundo detrás de cámaras se mete todo el tiempo “ensuciando” la toma, secuencias enteras, rompiendo ritmos, trozando encuadres; el realizador sigue hablando sobre la toma, da indicaciones incluso físicas desde un espacio inesperado, rompe toda pared, todo límite de  la composición; el sonido directo está realmente afectado, ya no se busca lo impoluto, que los discursos se escuchen ya no es problema; el camarógrafo se tiene que abrir paso, darle la vuelta a los reflejos, afinar la lente sobre la marcha; el editor reinventa todo... Es una hazaña en sí estar frente a este deliberado producto final imperfecto, una muy congruente obra de “emergencia”, tomando en cuenta que está hecha en el fin del mundo.

No tiene asidero, aunque pudiera hermanársele en más de un sentido con el porvenir del Crates (1970) del joven Joskowicz, es un filme de ciencia ficción hecho desde la ciencia ficción misma. Me explico: ninguna película que trata del futuro está planteada desde el futuro mismo (Blade Runner, de Ridley Scott, es un filme que sucede en el año 2019 pero está hecha desde 1982; y en este caso, Ella (2013), de Jonze, sería lo más parecido a la proeza de concepto “futurista” homodiegético y heterodiegético a la vez que maneja Navajazo).

 

03.03.14



Josefina Gámez Rodríguez


@PepitaGamez

Maldecida por la conjunción de sus padres, está destinada a desgarrar filmes para ganarse la vida, mientras gusta de prostituirse como divertimento cultural. Si de rostro bizantino, su maquinaria torácica pasa atrevidamente por lo más vanguardista....ver perfil
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